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Estas personas anónimas que se organizan para rastrear los excesos de los influencers

Influence Correcte Exigée, le Collectif d'Aide aux Influenceurs (AVI), la page Stop Abus E-Influence ou encore celle de Signal Arnaques.

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Estas personas anónimas que se organizan para rastrear los excesos de los influencers

Influence Correcte Exigée, le Collectif d'Aide aux Influenceurs (AVI), la page Stop Abus E-Influence ou encore celle de Signal Arnaques...Sur X (anciennement Twitter) et Instagram, les comptes destinés à surveiller les pratiques commerciales des influenceurs se multiplican. “Somos como denunciantes”, dice Fanny, voluntaria de la cuenta Correct Influence Required. Lanzada hace tres meses en X, esta página señala en sus publicaciones a influencers franceses cuyas colaboraciones remuneradas con marcas no están debidamente indicadas como tales a sus suscriptores. También indica, también a través de tweets, cuando estos mismos influencers promocionan un producto cuya venta está prohibida en Francia.

Objetivo para Fanny: alertar a los consumidores sobre las acciones de influencers que no respetan la ley que regula la influencia comercial, promulgada el pasado mes de junio. “A continuación de lo que denunció el rapero Booba”, continúa Fanny. Con la ayuda de millones de suscriptores que lo siguen en la red social, el rapero lanzó en 2022 una lucha contra las estafas de los que apodó “ladrones de influenza”. Y, en particular, contra la fundadora de la agencia de influencers Shauna Events, Magali Berdah. La empresaria ha presentado numerosas denuncias contra el rapero y le acusa de liderar una campaña de ciberacoso. Este último fue oído ante un juez de instrucción el 2 de octubre.

Detrás de estas cuentas hay personas anónimas con perfiles variados. “Para mí todo empezó durante el confinamiento, tuve más tiempo para mirar las redes sociales y conocí el mundo de las influencers”, afirma Fanny. Tres años más tarde, la cincuentona se vio obligada a dejar su trabajo y decidió lanzar la página Se requiere influencia correcta. “No tengo formación específica para analizar las prácticas comerciales de estos influencers y lo mismo le pasa a mi colega que es informático”, admite, “simplemente queremos que estos creadores de contenido se comporten de manera adecuada con su audiencia”.

Al igual que Fanny, Helena, integrante del colectivo Asistencia a Víctimas de Influencers (AVI), descubrió el mundo de los influencers durante el Covid. En aquella época cuidaba de los hijos de su hermana enfermera. “Con ellos tuve acceso a las publicaciones de Instagram de las estrellas de reality shows que aman y que promocionan muchos productos en sus redes sociales, a veces estafas”. El colectivo AVI, seguido por más de 26.000 personas, nació en 2022 a partir de un grupo de discusión en X sobre el influencer Marc Blata.

Este último es sospechoso de fraude de bandas organizadas y práctica comercial engañosa por dos casos de supuestas estafas. En este caso, la AVI recogió testimonios y ayudó a las presuntas víctimas a presentar una denuncia colaborando con un despacho de abogados. “En el colectivo somos unas quince personas con diferentes profesiones. Por ejemplo, yo trabajo en turismo, otra es conductora de Uber…” explica Helena.

Con el tiempo, las páginas en cuestión se han estructurado y organizan cuidadosamente su forma de observar la actividad de estos creadores de contenidos. “Vemos las redes sociales de influencers que nos denuncian los internautas. Yo me ocupo de Snapchat y mi colega se ocupa de Instagram”, explica Fanny, que gestiona la página Se requiere influencia correcta. “Hacemos capturas de pantalla de los perfiles y elaboramos una lista de contenidos que nos parecen objetables”.

El colectivo AVI aplica el mismo método y ha establecido varios “polos” para sus actividades. Estos últimos están destinados a la comunicación, al seguimiento de influencers mediante lo que llaman encuestas o incluso a la recopilación de testimonios de internautas. Para los integrantes del colectivo, el trabajo en la AVI representa “de cuatro a cinco horas diarias”, explica Slim, otro voluntario.

Lanzado en 2014, el sitio Signal Arnaques está concebido como un espacio comunitario “para que cualquiera pueda denunciar una estafa en línea”, explica su cofundador Jean-Philippe Boisseau. Desde 2020 y el aumento de las estafas en Internet, el sitio ha dedicado su página X a la influencia. “Nuestro papel es explicar a los consumidores determinadas prácticas que pueden existir en las redes sociales”, informa. Por ejemplo, en 2018 hablamos mucho sobre el dropshipping, una forma de comercio electrónico en la que la entrega se realiza entre el comprador y el proveedor, sin pasar por el vendedor”, continúa. “En ese momento, el fenómeno estaba en auge y cada vez más creadores de contenido se involucraban en él, como Nabilla o Jazz Correia”.

Al identificar las estafas en cuestión, estas cuentas visibilizan los procesos fraudulentos en la industria. "Constituían una especie de grupo de presión para la regulación, mientras que en el fondo el tema avanzaba lentamente", considera el diputado socialista Arthur Delaporte, que presentó la ley sobre la regulación de la influencia comercial junto con el diputado Renaissance Stéphane Vojetta. “También nos ayudaron a comprender mejor qué estafas existen, como las de carácter financiero”.

Desde la promulgación de la ley este verano, los controles por parte de la Represión del Fraude han aumentado. Más de quince creadores de contenidos han sido objeto de medidas cautelares o multas por parte de Bercy. Estos investigadores anónimos tienen el deber de comprobar que los influencers identificados por la administración han cambiado su comportamiento, una vez superada la sanción. “Vemos regularmente a influencers repitiendo sus malas prácticas”, argumenta Fanny de la cuenta Influence Correcte Exigée.

“Hay casos emblemáticos de influencers que no cambian en absoluto su forma de hacer las cosas”, confirma Jean-Baptiste Boisseau, “como Dylan Thiry o Poupette Kenza, por ejemplo”. Dylan Thiry recibió una orden judicial de la DGCCRF para que pusiera fin a sus prácticas comerciales engañosas. Desde el miércoles 12 de octubre es objeto de una denuncia “por difamación” por parte de un sindicato de VTC, por haber promovido licencias VTC falsas. Poupette Kenza, por su parte, está sujeta a una multa transaccional de 50.000 euros, propuesta por la administración, por haber promocionado un blanqueador dental prohibido en Francia.

Si algunos de estos relatos se limitan a este método de “nombre y vergüenza” (o nombre y vergüenza en francés), otros van más allá. Así, los miembros de la página Stop Abuse E-Influence revelan, a finales de verano, su “consejo de clase” de influencers: “Actualmente, estamos siguiendo a más de 170”, especifica un miembro. Lejos de ser un simple tuit donde mencionan a los creadores de contenidos presuntamente culpables, llegan incluso a describir si han notado una mejora en su comportamiento. Y, sobre todo, en la forma en que promocionan productos o indican sus asociaciones desde la aprobación de la ley.

Entre los influencers citados, algunos son felicitados por haber hecho un esfuerzo. “Sarah López: Desde los primeros informes, ha habido una marcada mejora en su gestión y ejecución de la colocación de sus productos”, explica, por ejemplo, una de las publicaciones. Otros, por el contrario, tienen derecho a comentarios formulados en un tono especialmente duro. “Feliccia y Hillary, campeonas en el arte y en la manera de concretar la mención patrocinada, en letra pequeña o tono sobre tono”, puede leer el internauta en una de las publicaciones, antes de continuar: “Soukaina, de todos los zuavos que seguimiento en las redes sociales, ella es la única que nunca ha hecho el esfuerzo (ni siquiera hipócrita) de notificar contenido patrocinado.

Estas cuentas a veces rozan el acoso cibernético. “A menudo, las páginas en cuestión también lanzan espacios de discusión en X llamados Space, para discutir el comportamiento de un influencer. Pero, si una persona no está de acuerdo con ellos, es expulsado”, denuncian algunos usuarios, que prefirieron permanecer en el anonimato.

Peor aún, se ven abrumados por sus suscriptores que, para algunos, inventan rumores sobre los influencers mencionados. Este es el caso de la influencer Poupette Kenza. A menudo mencionada por sus colocaciones de productos consideradas fraudulentas, estas cuentas de denuncia también la acusan de sobreexponer a sus hijos en las redes sociales. A través de publicaciones sobre el tema, los suscriptores de estas páginas comenzaron a difundir información falsa sobre la joven. “Algunos de sus seguidores difundieron el rumor de que era pedófila”, continúa uno de los usuarios.

Por su parte, las cuentas en cuestión niegan practicar cualquier forma de incitación a la denuncia y acoso entre sus suscriptores. “Sólo denunciamos cuando hay algo ilícito en lo que hace un influencer”, insiste Helena del colectivo AVI. “Simplemente mostramos lo que vemos en las redes, no estamos en la acusación, también defiende Fanny de la cuenta Influence Correcte Exigée, incluso tenemos influencers que respondieron bajo nuestras publicaciones como Illan Castronovo y Maëva Ghennam”. Al mismo tiempo, la DGCCRF continúa sus investigaciones oficiales sobre personas influyentes. Su intención es completar alrededor de cien expedientes antes de fin de año.

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