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“Georges Pompidou, el arquitecto de la modernidad francesa”

Pierre Manenti es historiador y autor de Los barones del gaullismo (compuesto por Passés, 2024).

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“Georges Pompidou, el arquitecto de la modernidad francesa”

Pierre Manenti es historiador y autor de Los barones del gaullismo (compuesto por Passés, 2024).

Michael Miguères es ensayista y autor de Pompidou, el último presidente que hizo ganar a Francia (Ramsay, 2016).

Georges Pompidou tuvo una visión del futuro. Mientras conmemoramos este año el cincuentenario de la desaparición de Georges Pompidou (1911-1974), colaborador histórico del general De Gaulle, diputado, Primer Ministro y luego Presidente de la República, este momento no debe ser sólo un ejercicio de memoria o nostalgia, es también una invitación a repensar el presente y el futuro a la luz de sus principios.

Georges Pompidou es sin duda el arquitecto de la modernidad francesa, ya que sus mandatos al frente del país estuvieron marcados por una dinámica de progreso económico, social y tecnológico sin precedentes. Se trata de la inauguración de la circunvalación de París, el lanzamiento del proyecto del tren de alta velocidad (TGV), el programa espacial Ariane e incluso el lanzamiento de la energía nuclear civil. Se trata también de los éxitos emblemáticos del proyecto franco-alemán Airbus y de la asociación franco-británica Concorde.

Si Georges Pompidou aseguró que estos esfuerzos tecnológicos garantizasen nuestro lugar en la escena internacional, lanzando en 1965 el Plan Calcul para promover el desarrollo de una industria informática francesa, también aseguró que estos éxitos fueran acompañados de una dinámica de reequilibrio social. , beneficiando más que proporcionalmente a los más desfavorecidos. Francia, respetada por sus principales socios extranjeros, era entonces campeona en términos de innovación e investigación, como potencia económica e industrial líder.

Al mismo tiempo, Georges Pompidou, nieto de campesinos e hijo de una pareja de profesores, deseaba preservar las raíces culturales de nuestro país, así como su identidad profunda. La literatura, la poesía, la alta costura, el patrimonio culinario, así como el lugar de Francia en el panorama artístico mundial, estaban en el centro de las preocupaciones del hombre que la había convertido en su dominio reservado cuando llegó al Elíseo, en 1969. Un baudelairiano En el fondo, deseaba mostrar su preocupación por conciliar tradición y modernidad, pero también por preservar un equilibrio entre las responsabilidades del Estado y la autonomía individual.

Georges Pompidou, político brillante, marcado tanto por su sentido común campesino como por sus estudios de literatura, estaba particularmente preocupado por la eficacia de las políticas públicas y marcado por un cierto pragmatismo. Si es, pues, el responsable de la urbanización del país y del desarrollo de las grandes infraestructuras de transporte, también es el primer Presidente de la República que creó un Ministerio de Medio Ambiente, en 1971, prueba de un -guardismo en términos de Preservación del patrimonio natural y transición ecológica. Concilia así tradición y modernidad.

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Crítica a las normas y a la tecnoestructura, de ahí su famoso “¡Dejen de molestar a los franceses! ¡Hay demasiadas leyes, demasiadas normas en este país!”, Georges Pompidou fue finalmente un político escuchado y respetado por nuestros compatriotas. Encarnación de los “años de la felicidad”, transmite la imagen de una Francia feliz, que concilia grandeza y realización personal, exigencia y prosperidad. Y los franceses le devolvieron el dinero; Georges Pompidou es el último Presidente de la República cuyo índice de popularidad no bajó del 50% durante su mandato, prueba de su capacidad para superar las divisiones y unir a los franceses.

Observando, con el nacimiento de la sociedad de consumo, el malestar de la civilización occidental, se mostró preocupado por la desaparición de los grandes marcos sociales (familia, religión, profesión), pero permaneció profundamente convencido de que la misión de la política era "devolver la gusto por un ideal más allá del interés nacional o personal. ¡También hizo de la cultura una prioridad nacional, percibiéndola como el oxígeno necesario para las almas de las nuevas sociedades!

Por su defensa de una sociedad en movimiento, de la voz y del lugar de Francia en los asuntos mundiales, así como por su preocupación por establecer una sociedad pacífica y unida, Georges Pompidou fue y sigue siendo un político cuyo mensaje es descaradamente actual. Lo que hizo posible, hace 50 años, hacer brillar a nuestro país puede ser movilizado nuevamente por los responsables públicos, siempre que encuentren los equilibrios adecuados que supieron definir en su momento. Prueba, si fuera necesaria, de que Georges Pompidou no es sólo una página de nuestros libros de historia sino un hombre cuyas políticas y principios tienen su lugar en el debate político actual.

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