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Bruno Le Maire publica una nueva novela dedicada al pianista Vladimir Horowitz

Una “libertad”.

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Bruno Le Maire publica una nueva novela dedicada al pianista Vladimir Horowitz

Una “libertad”. Lejos de las limitaciones del sopesado discurso político, la novela ofrece a Bruno Le Maire un desenfreno necesario en una vida pública en la que todavía tiene "cosas por hacer", explica el gran financiero francés a la AFP mientras presenta su último libro. Sentado en el borde de un gran sofá gris de su apartamento parisino, Bruno Le Maire suspende, por el momento de una entrevista con AFP, sus funciones como ministro de Economía y Finanzas para hablar de una "fascinación" por el pianista Vladimir Horowitz que dio nacimiento de su segunda novela, Fuga americana (ediciones Gallimard), lanzada el jueves en las librerías después de cinco años de escribirla.

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“Fascinación” por el excepcional destino de este músico estadounidense de origen ruso, sensible y duro a la vez, musicalizado a través de la vida de dos hermanos de una familia exiliada de Europa Central, Franz y Oskar Wertheimer, con el trasfondo sobre lienzo de Cuba y las tragedias del siglo XX. Un licenciado en letras moderno y enarque, familiarizado con los misterios del poder durante años, ¿podría Bruno Le Maire hacer política sin tomar la pluma? "Imposible. Tendría una sensación de encierro y encogimiento”, dice. “Si solo hubiera política sin la libertad que da la creación literaria y romántica, la política no sería suficiente”, explica el ministro de 54 años, cabello gris y ojos azul acero. “La política es un compromiso necesario pero no hay nada peor que cuando la política lo devora todo. Puedes tener una vida al lado de la política y una vida fuera de la política”, agrega el hombre que ya ha firmado una docena de libros, especialmente sobre política.

No se trata, sin embargo, de poner esto último entre paréntesis: "Ciertamente creo que todavía tengo cosas que hacer en política", sostiene, subrayando que el escritor y el político se "complementan". ¿Este doble perfil contribuye a la construcción de una imagen presidencial en la tradición de los presidentes literarios, como un De Gaulle o un Mitterrand? Es una afirmación que se niega a respaldar a aquel a quien regularmente prestamos ambiciones elíseos. “No hay cálculo en mi escritura. Hay una necesidad. La mejor prueba es que empecé a escribir antes de hacer política”, defiende Bruno Le Maire. Antes de agregar “Solo existe la voluntad de ser totalmente uno mismo en él”. Fuga americana es un himno a la música clásica -pasión de Bruno Le Maire a quien le hubiera gustado seguir aprendiendo piano- tras una primera novela dedicada al director de orquesta Carlos Kleiber. “Solo escribo cuando un tema me obsesiona y es necesario. No me levanto por la mañana diciéndome que tengo que escribir a toda costa”, explica.

Más allá de su musicalidad, el título también traduce temas como el viaje, la fuga, la fragilidad de los seres. Todo bañado de sensualidad, la de Cuba en los años 40 y escenas de erotismo asumido. “La sensualidad es parte de la vida, la vida sexual es parte de la vida”, sonríe Bruno Le Maire, quien reivindica aquí una escritura desenfrenada, contraria al estilo constreñido de sus obras políticas. "Allí pude liberar totalmente mi escritura". Luego continúa aclarando su punto: “Tengo una función y una responsabilidad que descansan principalmente en las palabras que uno elige (...) Cada matiz puede seducir, convencer o herir. Tienes que tener mucho cuidado con el significado de las palabras que usas como figura pública. Cuando tienes las palabras adecuadas, fortaleces la unidad de la nación. Cuando tienes palabras torpes o hirientes, divides a la nación”. Las "palabras justas", las ha encontrado el Gobierno, dice el ministro de Economía. En un clima social muy caótico, denuncia "el culto desmedido a la polémica (...), al conflicto, al enfrentamiento" y al "ruido de cacerolas", que según él impiden cualquier diálogo. Los opone a la “razón” democrática. Después de levantarse a las 5 a. m. para escribir durante al menos dos horas, Bruno Le Maire quiere aprovechar el tiempo para suspirar, “porque este me requirió una energía considerable (…) y hay que dejar descansar la imaginación.

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