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En Japón, un estudio de animación apuesta por que sus creadores padezcan trastornos del espectro autista

Shoko Sakuma, diagnosticado con autismo, estaba desorientado en un ambiente de trabajo tradicional.

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En Japón, un estudio de animación apuesta por que sus creadores padezcan trastornos del espectro autista

Shoko Sakuma, diagnosticado con autismo, estaba desorientado en un ambiente de trabajo tradicional. Esta japonesa de 39 años está encantada de poder explotar su pasión infantil por el dibujo en un estudio de animación especialmente adaptado. Con trastorno por déficit de atención también, tenía dificultades para concentrarse en su trabajo anterior, un puesto de contabilidad: se enredaba en números, perdía objetos importantes, se obsesionaba con los pequeños detalles. En ocasiones su situación de fracaso la deprimía tanto que ya no salía de casa, desarrollando también trastorno bipolar.

Pero hoy trabaja en el estudio de animación Shake Hands en Kioto, donde añade efectos digitales a fotogramas clave en una oficina dividida, una configuración espacial que la ayuda a concentrarse. "Con mi personalidad, sólo puedo dar el siguiente paso si entiendo perfectamente cada detalle", explica Shoko Sakuma a la AFP. Los instructores aquí me aceptan tal como soy y me enseñan el trabajo con mucha delicadeza. Me siento cómodo aquí. Me divierto."

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Creado hace un año, Shake Hands es uno de los primeros estudios de animación japoneses adaptados para empleados autistas. “Una película de animación se basa en lo que llamamos una hoja de tiempo, un plan que controla cada movimiento de los personajes”, explica Yuki Kawai, entrenador de 28 años del estudio. No hay reglas abstractas al hacer animación (...) y por eso es fácil de entender para personas como nosotros.

A él mismo le diagnosticaron un trastorno por déficit de atención durante su primera -desastrosa- experiencia profesional en ventas, tras finalizar sus estudios de arte y diseño. “A menudo no podía levantarme por la mañana ni llegar a tiempo a la oficina”, dice. No podía atender las llamadas telefónicas porque a menudo me equivocaba con los nombres de las personas”.

Para las personas con trastorno del espectro autista (TEA), una experiencia tan traumática puede desencadenar problemas de salud mental, advierte Yuji Umenaga, profesor de la Universidad de Waseda en Tokio, especializado en este campo. “Muchas personas que vienen a verme tienen síntomas de depresión”, explica a la AFP. "Los antidepresivos no son eficaces para ellos, porque estos son los síntomas del TEA que dificultan la relación con jefes y compañeros".

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Shake Hands ya ha producido secuencias animadas para varias películas de gran presupuesto y una empresa malaya le encargó la producción de una película animada promocional. Una música de fondo pegadiza marca el trabajo de la docena de empleados del estudio, que reciben un salario simbólico. "En un ambiente tranquilo, algunas personas son sensibles al hecho de que otros están charlando y piensan que podrían ser el tema de sus conversaciones", explica Momoka Tsuji, miembro del personal.

A aquellos que se concentran demasiado en su tarea (un problema común) se les recuerda que deben tomar un descanso cada hora. Los empleados del estudio pueden iniciar y finalizar su jornada laboral cuando lo deseen, incluso a altas horas de la noche. “Algunos de nuestros colegas no se sienten cómodos manteniendo conversaciones directas, por eso nos comunicamos a través de una función de chat en la intranet”, explica también Tomoya Sawada, de 34 años, director del estudio.

En Japón, los trastornos del desarrollo se consideran desde hace tiempo una simple cuestión de personalidad, pero los estudios científicos han contribuido desde principios de los años 2000 a sensibilizar a la sociedad sobre el tema, a cuidar mejor a estas personas desde la infancia y a aumentar el número de empresas adaptadas. en el país. El profesor Umenaga espera que el ejemplo que Shake Hands emule en Japón, como Exceptional Minds, un estudio de animación californiano fundado en 2011 que forma a estudiantes autistas. “Para hacer brillar su maravilloso potencial, debemos brindarles un entorno adecuado, desde la escuela hasta la formación profesional”, argumenta el profesor.

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