La justicia ha dictaminado: el banco ING tendrá que pagar 84.700 euros al productor de champán Vranken Pommery, o el 10% de la suma que los delincuentes lograron malversar de su filial en el Benelux durante un “fraude al presidente”. En 2015, una contable recién contratada en Vranken Pommery realizó tres transferencias a cuentas en el extranjero, creyendo que estaba cumpliendo con una solicitud urgente de uno de sus gerentes para la compra de una empresa. En realidad, se trató de una pura estafa derivada del robo de identidad.
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Importe total de los daños: 847.000 euros. La empresa despidió a su empleado, pero también demandó a su banco. Le acusó de haber incumplido su “deber de vigilancia” al haber autorizado transferencias de importe inusual a cuentas domiciliadas en Asia, que no forman parte de sus relaciones comerciales habituales. El tribunal dictaminó que la mayoría de las faltas recaían en Vranken Pommery por haber permitido a un joven empleado realizar transferencias sin límite y sin control.
Pero también reconoció la responsabilidad parcial del banco ING. “Las operaciones controvertidas presentaban una anomalía evidente y “sorprendente””, señala la sentencia. Por tanto, el banco debería haber alertado a su cliente en nombre del deber de vigilancia. De ahí el reparto de responsabilidades establecido, que impuso este reembolso parcial de los daños y perjuicios a ING. Vranken Pommery lo esperaba todo. Según el medio belga L'Écho, no descarta recurrir.
