Aunque el Covid haya quedado atrás y las fronteras de China hayan sido reabiertas desde hace un año, los chinos siguen evitando a Francia. Si bien aún no se conocen las cifras de visitantes del Reino Medio para este año, el Ministerio de Turismo indica que "se ha superado ampliamente el umbral de mil millones de euros de ingresos". Lejos de los 3.500 millones de euros gastados en Francia por los aproximadamente 2 millones de turistas chinos que llegaron en 2019.
Así pues, para convencer a este precioso golpe de suerte de que vuelva a visitar Francia, la ministra francesa encargada del Turismo, Olivia Grégoire, se encuentra actualmente en China. A pocos meses de los Juegos Olímpicos de París, grandes nombres del sector turístico francés han pedido al gobierno que tome medidas para "reforzar la imagen de hospitalidad" de una Francia "recientemente dañada".
En particular, están en juego los precios y las dificultades para obtener los visados, en los que la oficina de Olivia Grégoire dice estar trabajando. Pero también la caída del número de conexiones aéreas, de 32 rotaciones semanales a las 14 actuales, debido principalmente a la prohibición de cruzar el espacio aéreo ruso.
Francia también es rechazada por los turistas chinos, muy "sensibles al aspecto de la seguridad", según Didier Arino, director de la consultora Protourisme, y por tanto helados por los disturbios de principios de verano y los ataques terroristas. Por último, a esto se suma la crisis económica china que explica la ausencia del turismo de grupo del que carece Francia, en favor de una clientela más individual. En este contexto, el viaje de Olivia Grégoire pretende inaugurar el año franco-chino del turismo cultural, pero "también tranquilizar y, en particular, con vistas a los Juegos Olímpicos", indica su oficina.
