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¿Tom Ford sin Tom Ford? El desfile que no inventa nada pero da en el blanco

Hacía mucho tiempo que la sombra de Tom Ford no se cernía sobre la moda.

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¿Tom Ford sin Tom Ford? El desfile que no inventa nada pero da en el blanco

Hacía mucho tiempo que la sombra de Tom Ford no se cernía sobre la moda. El diseñador que marcó el punto de inflexión de los años 2000 con su estética llamada “porno chic” en Gucci, se retiró de la moda para dedicarse a la industria cinematográfica y vendió su marca a Estée Lauder hace unos meses. El grupo, que ya poseía los perfumes del mismo nombre, relanzó muy inteligentemente el prêt-à-porter nombrando al brazo derecho del texano de todos los tiempos, Peter Hawkings. El jueves por la tarde asistimos a la resurrección del mito de TF en Milán, donde su nombre es objeto de un verdadero culto.

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Un túnel beige revestido con una alfombra de triple espesor conduce, como antaño, a los lugares de exposición. La colección es apropiada, una reconstrucción casi histórica de la silueta del maestro que dio forma al lujo americano, un cruce entre el chic "Hamptons" de Jackie O. y la sensualidad sulfurosa de Michelle Pfeiffer en "Scarface". Las chicas llevan el pelo peinado hacia atrás, gafas negras de ojo de buey que ocultan sus ojos, gabardinas de cocodrilo brillantes como el vinilo, chaquetas safari de raso rosa, zapatos de tacón con tacones de aguja y camisas escotadas hasta la cintura. Una película biográfica de Tom Ford en Netflix no podría haber sido mejor...

Pero entonces ¿qué es el “toque de Peter Hawkings”? No podemos decirlo. Entre bastidores, el encantador cuarentón rinde homenaje a su esposa Whitney Bromberg, una de las colaboradoras más cercanas de Ford durante la época dorada. “Conocí a Whitney hace 25 años en la empresa”, dijo muy emocionado. Ella es mi mayor inspiración, ya que ella misma estuvo fuertemente influenciada por el entorno de Tom en esos años y, en particular, por Carine Roitfeld (la estilista francesa que, con el fotógrafo estrella Mario Testino, firmó las legendarias campañas de Gucci). Ella es mi roca. Tengo la suerte de tener a mi lado una mujer fuerte que me da su opinión sobre la ropa, el ajuste, la comodidad..." Una declaración de amor que tiene el mérito de desactivar posibles críticas al mansplaining mientras que las imágenes ultrasexualizadas y la fantasía de la mujer-objeto del Tom Ford de antaño ya no sería aceptable hoy.

Nada nuevo entonces, pero, curiosamente, no podemos evitar desear con furia este traje de terciopelo petróleo - el famoso "traje de terciopelo" inmortalizado por Gwyneth Paltrow en 1996 - con su chaqueta entallada y sus pantalones acampanados inspirados en la tejana de los proxenetas neoyorquinos de los años 70. O por este body tunecino de cachemir negro desabrochado hasta el ombligo. O esta blusa de voile de seda burdeos con escote pronunciado adornado con volantes, que deja ver una nueva versión del collar de grandes eslabones y de la corbata que se lleva pegado a la piel... No tenemos ninguna duda de que muchas clientas de lujo en todo el mundo aspiran a esto. feminidad ostentosa y sexualizada, ya digerida por la magia de lo vintage.

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