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“Judith Butler y Hamás: cuando el feminismo radical blanquea el terrorismo”

Noémie Halioua es periodista, jefa del servicio internacional de Facteur.

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“Judith Butler y Hamás: cuando el feminismo radical blanquea el terrorismo”

Noémie Halioua es periodista, jefa del servicio internacional de Facteur. Coescribió El nuevo antisemitismo en Francia (ed. Albin Michel, 2018), escribió The Sarah Halimi Affair (ed. du Cerf, 2018) y Uno contra los demás - Sarcelles, de vivir juntos a vivir separados (ed. ciervo). Su último ensayo: Terror incluso bajo nuestras sábanas (ed. Plon, 2024).

El feminismo radical no es sólo una máquina para excluir a mujeres y hombres sobre la base de una búsqueda de pureza propia del totalitarismo. Es también una gigantesca empresa de blanqueo de las acciones terroristas más crueles e inhumanas de la historia de la humanidad. Así, durante una mesa redonda celebrada este domingo en los suburbios de París, la filósofa Judith Butler declaró que el baño de sangre del 7 de octubre fue “un acto de resistencia armada”. Calificó el ataque de Hamás de “levantamiento”, ante el aplauso de un público enamorado, entre ellos tres diputados de La France Insoumise que pasarán a la historia por motivos equivocados: Thomas Portes, Danièle Obono y Younous Omarjee.

Judith Butler se suma así a la gran familia de tartufas en enaguas, que pasaron, el 7 de octubre, del “MeToo” al “Sí pero”. Es decir, del tono absoluto a la sordera profunda ante el sufrimiento de las mujeres, siempre que tuvieran la nacionalidad israelí. Quienes revelaron el alcance de la hipocresía de su lucha feminista y su inhumanidad ante lo que el presidente de la República, Emmanuel Macron, calificó como “la mayor masacre antisemita de nuestro siglo”.

Al día siguiente de esta pequeña escapada apareció un informe de la ONU que confirmaba lo que tantos testimonios habían corroborado. El 7 de octubre, cientos de palestinos no se contentaron con matar a sangre fría a familias, adolescentes y niños. Mutilaron y violaron a mujeres jóvenes en reuniones, incluidas algunas en el lugar del festival NOVA, donde jóvenes progresistas habían venido a bailar a favor de la paz. "Información clara y convincente de que algunas personas han sufrido diversas formas de violencia sexual relacionada con los conflictos, incluidas violaciones y torturas sexualizadas, así como tratos crueles, inhumanos y degradantes sexualizados", explicó Pramila Patten, representante especial de la ONU sobre la violencia sexual durante los conflictos, durante una conferencia de prensa. También informa que existe una gran posibilidad de que estos abusos sigan produciéndose contra quienes aún permanecen detenidos en las cárceles de la organización terrorista, mientras los convoyes humanitarios entran en el enclave para socorrer a la población capturada entre dos fuegos.

Debemos entender: Judith Butler no es una feminista que predica a sus amigos entre las cuatro paredes de su apartamento. Es la instigadora de la “teoría de género”, musa del movimiento queer, una de las filósofas más famosas de la época, un referente académico. Su influencia es global. Para los ridículos y depresivos radicales de pelo azul, ella es considerada un dios viviente. Nos postramos ante ella como ante el gran visir Iznogoud cuando pasaba por delante de su palacio.

Judith Butler encarna junto a otros la expresión muy difundida en las redes sociales de “pollo para KFC” o “pavos que animan el Día de Acción de Gracias”, describiendo con humor a estos activistas que padecen el síndrome de Estocolmo hasta el punto de defender a sus verdugos. Judith Butler, que aborda ampliamente su lesbianismo en su obra, sufriría los peores abusos si viviera en Gaza. Los islamistas en el poder desde 2007, los mismos que ella califica de resistentes, serían los primeros en atacar su vida, su seguridad y su libertad, como hacen con muchos homosexuales palestinos.

Tan recientemente como el año pasado, el movimiento Hamás emitió una declaración condenando el desfile del Orgullo Gay celebrado en Jerusalén, que su comité directivo calificó de “deplorable”. "Condenamos enérgicamente el hecho de que las autoridades fascistas de ocupación autoricen la organización de una marcha provocativa para los "homosexuales", que deben recorrer las calles de la Jerusalén ocupada", consideró en un comunicado Abdul Latif al-Qanou, portavoz de Hamás. Las violaciones de derechos humanos y el uso de la tortura contra ciudadanos LGBT en la Franja de Gaza están más que documentados. Esta es también una de esas situaciones muy específicas en las que Israel acepta conceder la ciudadanía a los habitantes de Gaza mediante visas renovables cada tres meses. Una oficina en la Knesset (parlamento israelí) se dedica exclusivamente a este tema.

A través de estas posiciones, Judith Butler encarna este feminismo al que no le importa el sufrimiento de las mujeres mientras avance en su agenda política, pero aún más, que defiende tradiciones retrógradas que ponen en peligro la libertad de las mujeres y de las minorías sexuales. Su apoyo al terrorismo palestino, ahora registrado públicamente, convierte a este ícono feminista en un verdadero enemigo de las mujeres.

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