¿Si tuviéramos que rehacerlo? Richard Curtis no lo volvería a hacer. O al menos no así. El director, que tuvo éxito a finales de los años 1990 con grandes comedias románticas como Amor a primera vista en Notting Hill (1999) y Amor en realidad (2003), considera ahora que ya no podemos reírnos de las mismas cosas. “Para mi generación, llamar gordo a alguien era divertido, pero ya no es así”, explicó el fin de semana pasado. Fue invitado al Times and Sunday Times Cheltenham Literature Festival, un festival en el oeste de Inglaterra, organizado por su hija Scarlett Curtis, que finalizó el domingo.
Frente al público, padre e hija discutieron el tema. Activista feminista y ex columnista del Sunday Times, señaló, con un toque de humor, los diversos errores cometidos por el director de 66 años. “Siento que vienen los problemas”, dijo el hombre de sesenta años incluso antes de que comenzara la entrevista.
En cuestión, chistes obsoletos y recurrentes en sus películas, en particular sobre las mujeres y su peso. En El diario de Bridget Jones, se burlan del personaje de Renée Zellweger por tener sobrepeso y tener "un trasero del tamaño de Brasil". Torpeza que el director neozelandés parece haber entendido con el tiempo y tras las conversaciones con su hija. "Todavía recuerdo la conmoción que sentí hace cinco años cuando Scarlett me dijo: 'Nunca más podrás usar la palabra gorda'", dice Richard Curtis. Para mi generación, llamar gordo a alguien era divertido, hacíamos bromas al respecto en Love Actually, pero esas bromas ya no son divertidas".
Al director y guionista de 68 años también se le preguntó sobre la cuestión de la diversidad en Notting Hill. La historia se desarrolla entonces en un distrito cosmopolita de Londres, conocido por su lucha por los derechos de los negros. El problema es que no hay ningún actor negro en el reparto. Una vez más, Richard Curtis admite “haberse equivocado”. “Me hubiera gustado ser vanguardista”, afirma. Pero como vengo de una escuela muy poco diversa y de un grupo de amigos universitarios, no me sentía legítimo para escribir estos papeles y no sabía cómo hacerlo.
