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El Camino de Manu Larcenet, la oscuridad en todo su esplendor

Un cataclismo ha dejado el mundo cubierto de cenizas y sembrado de cadáveres.

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El Camino de Manu Larcenet, la oscuridad en todo su esplendor

Un cataclismo ha dejado el mundo cubierto de cenizas y sembrado de cadáveres. Entre los supervivientes, un padre y su hijo se dirigen hacia las costas del sur, empujando un carrito de supermercado lleno de objetos que garantizan su supervivencia, evitando al mismo tiempo terribles hordas de caníbales.

Quién mejor que Manu Larcenet para abordar la historia postapocalíptica The Road de Cormac McCarthy y coronada con el Premio Pulitzer 2006. “Las cenizas, el polvo, un mundo donde todo está oxidado, tembloroso y desordenado... Me encanta la estética de estos universos desde la infancia”, confiesa el autor de la oscura obra maestra Blast y de la brillante adaptación de la novela de Philippe Claudel El informe Brodeck.

Evocando el grabado de Durero, las obras negras de Goya, la delicadeza de Sempé, las líneas de Mondrian, la fotografía y su imaginación, Manu Larcenet ha realizado una adaptación impregnada de un rico vocabulario gráfico. Abandonando sus hábitos, el diseñador despliega un dibujo realista sostenido por una línea delicada cercana a la talla. Fiel al texto original, conecta las secuencias en una variedad de colores grises asegurando la extravagancia gráfica que requiere la historia del novelista que describió con fuerza la desolación.

La depurada gráfica de Manu Larcenet, la variedad de encuadres, las depuradas expresiones de los personajes, magnifican las palabras del escritor. El lector se sumerge con deleite en imágenes con abundantes detalles como en las páginas de una novela: “Como El Camino es tacaño en diálogos, animo al lector a descifrar los recuadros, a detenerse en las páginas, a leer el dibujo como lo haría. palabras”, dice el diseñador.

“Piensa en lo que te metes en la cabeza, porque permanecerá ahí para siempre”, dice el padre a su hijo... Con The Road, Manu Larcenet, en la línea de McCarthy, expone su propia visión de la desesperación, radical y desprovista de cualquier adorno. Los matices no entran en el vocabulario del diseñador que sabe ilustrar la oscuridad como nadie. Y en todo su esplendor.

“Este tablero silencioso, compuesto esencialmente por cajas decorativas, se sitúa al inicio del álbum. Esto me permite establecer desde el principio el paisaje caótico en el que evolucionarán los personajes a lo largo de la historia. En la página anterior, llegan al pueblo y el padre agarra su revólver mientras sostiene a su hijo cerca de él. Camina lentamente, en silencio, en una ciudad donde reina el peligro, la desolación y la amenaza. Un sentimiento que subyace a todo el álbum y que quería transmitir en la página siguiente. El lector debía integrar inmediatamente la atmósfera general del álbum.

El primer y tercer panel son un homenaje al universo de Katsuhiro Otomo. En su serie Akira, el protagonista destruye Tokio y las imágenes de esta ciudad destruida me llamaron la atención, especialmente las que representan inmensos edificios ruinosos, derrumbados unos contra otros. El edificio inclinado que abre la secuencia, así como la grúa más adelante, ilustran que nada es inquebrantable, que todo puede desmoronarse. Para las otras cajas, me inspiré en fotografías de bombardeos del final de la Segunda Guerra Mundial, que observé atentamente antes de desarrollar mis dibujos.

Estas láminas de silencio, varias de las cuales marcan el álbum, permiten al lector escapar del tiempo de la historia para permitirse un momento de observación. Esta pausa contemplativa es necesaria para transmitir al lector esta idea de devastación total, de permanencia del peligro. Silencioso, el tablero dice mucho sobre la vida cotidiana de los personajes. En la novela, esta escena es muy larga, pero me limité a algunos paneles para no distanciar demasiado al lector de los personajes que, suavemente, introduzco en el paisaje en forma de siluetas. Igual de devastados, son parte integral del entorno, aplastados por este mundo devastado. Al final de la secuencia, la aparición en primer plano del niño impresionado por la visión de un cadáver devuelve rápidamente al lector a la sórdida realidad de los protagonistas.

La Route, d'après l'œuvre de Cormac McCarthy, Manu Larcenet, Dargaud, 28,50 euros, 150 páginas.

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