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La política ecológica desafía la aceptabilidad social

En este vals de dos pasos, el ejecutivo sabe que puede tropezar ante el más mínimo paso en falso.

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La política ecológica desafía la aceptabilidad social

En este vals de dos pasos, el ejecutivo sabe que puede tropezar ante el más mínimo paso en falso. Desde el Elíseo, donde se reunió el lunes el Consejo de Planificación Ecológica, Emmanuel Macron trazó esta semana su línea cumbre de una ecología que no es “ni la negación” ni “la cura”. Esto, con la ambición de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% de aquí a 2030. Según la última encuesta de Odoxa-Backbone Consulting para Le Figaro, una abrumadora mayoría de los franceses (94%) aprueba la “importancia” de la cuestión climática. Pero dos tercios del país (66%) dicen que no “confían” en que el gobierno alcance el objetivo marcado por el jefe de Estado.

Tras superar la prueba de los anuncios, el Presidente de la República y sus tropas deben ahora superar el obstáculo de la aceptabilidad social. En tiempos de inflación, la más mínima chispa puede reavivar el fuego social y hacer revivir el espectro del movimiento de los “chalecos amarillos”. “Los franceses están sufriendo aún más que en la época de los “chalecos amarillos”. En la calle, a 1,50 euros el litro de gasolina, hoy a veces ronda los 2 euros…”, advierte el diputado RN por Loiret, Thomas Ménage. Por eso Emmanuel Macron se ha preocupado de defender una hoja de ruta “justa y accesible” que “no deje a nadie sin solución”.

Una manera de tranquilizar a los hogares de bajos ingresos, que temen quedar olvidados al margen. “Ese es el objetivo de la transición ecológica. Si queremos encarnar una ecología popular, debemos poder combinar el fin de mes y el fin del mundo. Detrás de cada dificultad debe haber una solución”, asegura el diputado del Renacimiento por Bocas del Ródano, Jean-Marc Zulesi. Después de un invierno marcado por la sobriedad, la gran mayoría de los franceses (72%) ya se están apretando el cinturón reduciendo su consumo de agua, gas o electricidad. Un pequeño gesto por el planeta, pero un gran gesto por el bolsillo.

Sin embargo, cuando se trata del trabajo más caro, mucha gente prefiere posponerlo. Seguramente, el 46% ya ha iniciado o se ha planteado una renovación térmica de sus viviendas, pero esto supone una caída de -7 puntos en año y medio, desde que eran el 53% en mayo de 2022. “La ecología, aunque muy importante, sigue siendo un Un tema que debe venir después de las medidas contra la inflación y la caída del poder adquisitivo”, explica Véronique Reille Soult, presidenta de Backbone Consulting.

Entre los expedientes abiertos por el ejecutivo, la prohibición de los “filtros térmicos” ya ha causado cierta agitación en el seno de Macron. De acuerdo con los objetivos marcados por la ley de clima y resiliencia aprobada en 2021, estas viviendas clasificadas “G” por el diagnóstico de eficiencia energética (DPE) deben ser retiradas del alquiler a partir del 1 de enero de 2025. Sin embargo, en una entrevista “frente Ante los lectores” de Le Parisien el miércoles, el ministro de Economía, Bruno Le Maire, comparó la opinión del gobierno y se declaró “muy favorable” al “aplazamiento del calendario” que regula esta prohibición. Antes de dar marcha atrás el mismo día en un comunicado a la prensa: “No se trata de cambiar el calendario (…). Se trata simplemente de pensar en cómo podemos ser más sencillos y claros para nuestros compatriotas. »

Un descenso inverso de la opinión pública, el 68% de la cual aprobaría la idea de posponer la medida. La causa es la desaceleración del mercado inmobiliario -en particular debido a la explosión de los tipos de interés- y el hecho de que la vivienda nueva está luchando por despegar. En los municipios afectados por la crisis inmobiliaria, varios alcaldes advierten de esta “bomba de relojería social”. “La mayoría de los propietarios afectados por esta medida disponen a menudo de medios bastante escasos y son absolutamente incapaces de renovar sin una ayuda masiva”, señala el concejal de LR de Lavaur (Tarn), Bernard Carayon. En su comuna, el exdiputado ya se ha visto obligado a reducir a casi la mitad el número de hectáreas edificables. “Cada vez hay menos permisos de construcción, estamos reduciendo las áreas elegibles con artificialización neta cero (ZAN), por lo que los precios están aumentando. ¿Quién lo sufre? Las clases trabajadoras y los jóvenes”.

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En las zonas rurales y de clase trabajadora, el extremo del coche térmico también puede provocar que algunos dientes rechinen. A partir de 2035, sólo se comercializarán vehículos eléctricos. No muy decididos a cambiar de coche, la mitad de los franceses (50%) vuelve a abogar por el aplazamiento del calendario previsto por el gobierno y la Unión Europea. “Algunos se ven obligados a coger el coche porque hay menos transporte. Son las mismas personas a las que se señala porque son responsables de todos los males de la tierra, susurra el diputado comunista por Sena Marítimo Sébastien Jumel. A estos, si les decimos: os pasáis al coche eléctrico y punto, no tendrán medios económicos para hacerlo. »

Para intentar tranquilizar a estos hogares para los que el coche eléctrico sigue siendo "un producto de lujo", el ministro de Transportes, Clément Beaune, apuesta por el "leasing social" que debería permitir "alquilar" uno por 100 euros al mes. Queda la cuestión de equipar con estaciones de carga en estos territorios alejados de las metrópolis, “donde la República ha sido rechazada”, señala Sébastien Jumel. “Si realmente queremos conciliar el fin del mundo y el fin de mes, debemos empezar por encontrar políticas equilibradas de planificación y transporte público”, afirma.

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