Los pequeños con el corte de pelo inimitable están luchando. El fabricante alemán de Playmobil, el grupo Horts Brandstaetter, ha anunciado la eliminación de 700 puestos de trabajo en todo el mundo, 370 de ellos en Alemania, o el 17% de su plantilla. La emoción es grande al otro lado del Rin.
La razón es el pobre rendimiento comercial de los juguetes famosos, que no sólo tienen que competir con los videojuegos, sino también con Lego, que se encuentra en mucho mejor estado, sobre todo gracias a sus múltiples cajas con licencia (Star Wars y Harry Potter). El año pasado, el gigante danés registró un aumento del 17% en su facturación y abrió 155 nuevas tiendas para celebrar su 90º aniversario.
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Para los alemanes el panorama es bien distinto. Su rendimiento de ventas ha estado por debajo de la media del sector durante los dos últimos ejercicios. Sufre tanto la caída de sus ventas, un 4,3% en un año, como el aumento de las materias primas. Pero la principal causa del descenso de las ventas estaría relacionada con las dificultades de suministro que provocaron la escasez de existencias en las tiendas y el cese de las actividades del grupo en Rusia desde el inicio de la guerra en Ucrania.
Esto mientras sus costos han aumentado, especialmente por el aumento del precio de los plásticos que componen sus pequeños personajes. El grupo alemán también se vio fuertemente afectado por el cierre de sus parques de ocio durante la pandemia. Hasta el punto de mencionar en un comunicado de prensa “la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial”. Estos recortes de empleo se producen tras la sorpresiva marcha del director general de Playmobil, Steffen Höpfner, que llegó a mediados de verano, tras siete años al frente del fabricante de juguetes. Y sin haber encontrado una cura milagrosa.
