“Le pedimos que se abstenga de capturar o compartir cualquier contenido durante su experiencia”, dice el correo electrónico enviado a los invitados el miércoles pasado por los equipos de The Row. Vanessa Friedman, periodista del New York Times, lo lamenta (al otro lado del Atlántico, la moda debe ser “inclusiva” incluso cuando cobra precios estratosféricos) e informa a sus suscriptores de Harper's Bazaar que incluso apela a Barthes para que le explique que si privamos a los periodistas de fotos del desfile, serán casi incapaces de hablar de ello... No volveremos al hecho de que durante décadas, los principales medios de comunicación siguieron, defendieron y criticaron los desfiles sin el uso de teléfonos inteligentes. La pregunta sigue siendo si el reportaje de un desfile de moda consiste en describir el aspecto y el color del suelo.
En definitiva, una polémica divertida, sobre todo porque las hermanas Olsen que fundaron la marca de lujo neoyorquina acabaron enviando las imágenes oficiales de esta colección el pasado 4 de marzo. Lo cual a su vez estamos encantados de compartir porque efectivamente fue una colección excelente que va más allá del marco de “lujo tranquilo” con el que adornamos perezosamente la marca. Es una cuestión de generación, pero siempre nos ha encantado esta silueta de cachemira de doble cara con espíritu grunge, ciertamente esnob y no muy purista, pero muy inspiradora. Es Kurt Cobain con un jersey de Dries Van Noten, es cuero de Hermès cortado en bruto por Martin Margiela, es la chic Phoebe Philo con Stan Smith... Pero esta vez, además del resto, elementos folclóricos (una gorra bordada con cascabeles, un bufanda con flecos rojos que rodea un abrigo de piel de malla) tocan una música un poco diferente, personal y conmovedora.
Sobre el suelo de parquet (“marrón madera”, no hace falta tener un iPhone para ello), junto a una magnífica alfombra de lana de estilo étnico, las chicas de The Row llegan ante nosotros a contraluz. En esta luz borrosa, los detalles tienden a desvanecerse en favor de la actitud. Abrigo largo en cashmere y tenis de seda, chaqueta tres cuartos en cuero color caramelo, vestido palabra de honor con efecto cartón corrugado, falda recta en tweed capitoné con hilos saliendo del dobladillo, para llevar con tenis muy sencillos (pero de seda color marfil). un poco “sucias”) y bailarinas muy Repetto. Un conjunto de pantalones adornados con perlas negras abre las posibilidades para un guardarropa de noche elegante, maduro y referencial. Un vestido de franela deshilachada con tres agujeros deja ver los tirantes y el dobladillo de una camisola de seda con la indiferencia de una Romy Schneider en una película de Sautet...
