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Teatro: Una historia irlandesa, la maravillosa familia de Kelly Rivière

Kelly Rivière no conocía a su abuelo, Peter O'Farrel.

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Teatro: Una historia irlandesa, la maravillosa familia de Kelly Rivière

Kelly Rivière no conocía a su abuelo, Peter O'Farrel. Pero le ayudó a atraer a algunos chicos guapos después de que dejaron la adolescencia. Un abuelo irlandés que desapareció sin previo aviso te deja con una nieta que lo describe como un explorador o una figura del IRA. Así comienza Una historia irlandesa. En tono de broma, la historia de un fantasma contada por una mujer francoirlandesa de tez de porcelana y ojos claros. Pronto, el fantasma la persigue. Kelly Rivière, que en su espectáculo se llama Ruisseau, abandona sus sueños de bailarina, abraza la profesión de actriz y se convierte en madre. La búsqueda de los orígenes es imprescindible, vital e incluso obsesiva.

En La Scala de París, girando frente a un alambre del que cuelgan algunas fotografías, Kelly Rivière lleva a los espectadores a su viaje familiar. Un viaje que se centra por parte de su madre, convocando a inmigrantes irlandeses que pasaron por Londres antes de aterrizar en Francia. Viajamos de un apartamento parisino a un pub de Green Erin pasando por la biblioteca de Londres gracias a la actriz bilingüe que salta del francés al inglés, tomando prestados sus mil matices de acentos con una vivacidad excepcional.

Un hombre que desaparece, dejando a su esposa e hijos, eso podría ser devastador. Todo lo contrario con este tornado rojo que cuenta su historia presentando personajes tan pintorescos como divertidos: Kathleen, su madre, una abuela indigna fascinada por las biografías de un dictador que se casó con un francés del Sur (qué delicia la presentación). de la inglesa a la familia), su hermano, fumador de cannabis, niñera ocasional de su sobrino, que acaba acompañando a su “ Sis” a Londres (escena de antología en la comisaría), Margareth, la abuela irlandesa, una anciana terrible que no quiere oír nada, las tías que se quedaron en Irlanda que desentrañarán (un poco) el enigma, hasta este detective hastiado llamado al rescate y una decena de extras más.

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La actriz mantiene la tensión en torno al misterio O'Farrel durante una hora y veinte minutos. Su abuelo está encarnado pero sigue siendo esquivo. Con esta autoficción burlesca, Kelly Rivière mira la farsa y no duda en ir más allá en secuencias increíbles. Pero siempre aterriza de pie gracias a un texto colorido donde la emoción aflora. Él es la clave de este exitoso uno contra uno (creado en Aviñón, que está en gira desde hace cinco años) que emociona a los espectadores, conmovidos porque, en su historia personal, Kelly Rivière nunca hace un espectáculo de mirarse el ombligo. A veces suenan baladas irlandesas que llegan en el momento adecuado para contar la historia del alma irlandesa.

An Irish Story, en La Scala (París 10), hasta el 19 de junio.

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