¿Las facturas calientes harán que los baños termales húngaros, hambrientos de energía, se evaporen? Bañados en arquitectura Art Nouveau, muchos ajedrecistas visitan a diario estos establecimientos históricos para competir entre ellos en medio del vapor de agua de estas instituciones color pastel. Legado de la Belle Epoque, estas instituciones forman una de las postales más pictóricas del país. Sin embargo, entre explosión de facturas y pesimismo económico, estos establecimientos deben luchar ahora por mantenerse en el panorama.
El funcionamiento de estos míticos establecimientos "debería costar un 170% más en 2023 que el año pasado", dijo a la AFP Edit Reffy, portavoz de Budapest Spas, empresa que gestiona los baños termales de la capital. “Gestionar la crisis energética es un gran desafío”, agregó. Así, se han puesto en marcha medidas de ahorro (servicio reducido, piscinas exteriores cubiertas, etc.) y se han incrementado los precios de las entradas. Una solución "inevitable" especifica Edit Reffy, que especifica que las entradas para estos baños históricos han aumentado en "más del 30%".
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A pesar de este aumento de precios, la asistencia casi ha vuelto a los niveles previos a la pandemia (42 millones de visitantes en 2019), según profesionales de la industria. En Budapest, los baños más famosos son frecuentados principalmente por clientes extranjeros. Es el caso del Szechenyi con olor a azufre, adorado por los noctámbulos por sus fiestas frenéticas, o el Gellert, que se ha convertido en un icono mundial con sus aguas ricas en calcio y magnesio, en un decorado todo en curvas de mosaicos turquesas.
Menos conocidos, los establecimientos provinciales se han visto más afectados por la crisis. Algunos se han visto obligados a cerrar sus puertas, mientras que una cuarta parte de ellos han reducido su horario, advirtió recientemente Zoltan Kantas, director de la Asociación de Baños Húngaros.
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Importado hace dos mil años por los romanos en la llanura de Europa central que se convertirá en Hungría, la cultura del balneario todavía bulle en el país. En el siglo XVI, los otomanos jugaron un papel importante en la proliferación de edificios termales, muchos de los cuales todavía están en uso.
Con casi 1.300 manantiales medicinales y termales, Hungría sigue siendo un destino europeo asequible y, a menudo, espectacular para el turismo de spa. Aquí encontramos el destino de Miskolctapolca, donde se puede tomar agua en cuevas laberínticas únicas en Europa, con un clima curativo. O el lago termal natural biológicamente activo más grande del mundo, en Heviz. Sus 4,4 hectáreas se benefician de agua calentada por energía geotérmica que no baja de los 22°C en invierno y puede alcanzar los 38°C en verano.
