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“La Divine” Sarah Bernhardt, influencer planetaria antes que Madonna o Lady Gaga

Antes de Hollywood, estaba Sarah Bernhardt.

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“La Divine” Sarah Bernhardt, influencer planetaria antes que Madonna o Lady Gaga

Antes de Hollywood, estaba Sarah Bernhardt. Desaparecida hace 100 años, la legendaria actriz francesa, para quien Jean Cocteau acuñó la expresión "monstruo sagrado", está en el origen de lo que se ha convertido en el star system.

Apodada la "Voz de oro" por Victor Hugo, Sarah Bernhardt, fallecida el 26 de marzo de 1923, llevó el teatro francés a los cuatro rincones del mundo, creó tendencias de moda y productos derivados, llegó a los titulares, convirtiéndose en un verdadero mito viviente. . Y como debe ser, por el centenario de su muerte, el miércoles 22 de marzo comenzará un programa de conmemoraciones denominado “Sarah en todos sus estados”.

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“Es la primera estrella planetaria”, asegura Pierre-André Hélène, historiador y primer coleccionista privado en Francia de sus efectos personales. “Si queremos llegar a su tobillo, hoy tenemos que sumar a Madonna, Lady Gaga, Rihanna, Beyoncé, Michael Jackson. Y fue sin ningún medio, ni internet”, dijo esta consultora del programa Secrets d’Histoire, que publicó un libro sobre la actriz en mayo.

Rostro de Francia en el extranjero desde su primera gira americana (1880), la Marsellesa la recibe a menudo dondequiera que vaya. En Nueva York, los hombres tiran sus abrigos al suelo para ser pisoteados por la actriz, que pasa tres horas autografiando los puños de sus camisas. También en Estados Unidos, un vaquero viajó más de 400 km para verla en el escenario de Dallas. En Australia, “hubo escenas de histeria de decenas de miles de mujeres que querían verla, tocarla”, informa Pierre-André Hélène.

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¿Por qué tanto interés? En primer lugar, estaba su talento como actriz trágica. "Hay cinco tipos de actrices: malas, pasables, buenas, geniales, y luego está Sarah Bernhardt", dijo el escritor Mark Twain. “Era el mito mundial del teatro”, vuelve a explicar Pierre-André Hélène. "Que el público no entendiera lo que decía en Londres o en Estados Unidos no tenía importancia... Tenía una presencia delirante y esa técnica vocal, una melodía muy cercana a la lírica". También estaban sus famosas escenas de muerte. “La gente venía a verla morir”, dice el historiador. “Sus ojos se ponían en blanco hasta que todo lo que podías ver era blanco. La gente estaba estupefacta... Algunos estaban convencidos de que se sentía mal". En su entorno, esta mujer autoritaria solía decir "si no haces lo que quiero, dejo de morir". En París, donde fue la estrella de la Comédie-Française antes de dar un portazo, se dijo que vinimos a ver dos cosas: la Torre Eiffel y Sarah Bernhardt. Pero, sobre todo, debe su fama a una máquina de autopromoción sin precedentes. “Su empresario Edward Jarrett, que le organizaba viajes faraónicos, tenía un gran sentido de la comunicación y entendió que su comportamiento demente la iba a llevar a lo más alto”, según la historiadora. Se la fotografía en un ataúd, tiene una verdadera colección de animales salvajes e innumerables amantes, posa constantemente para la cámara... "Simplemente creó su propio mito", comenta Pierre-André Hélène.

Sarah Bernhardt se dio cuenta rápidamente de su poder de seducción. Y lo va a utilizar en lo que entonces se llama publicidad. Pierre-André Hélène insiste en el carácter visionario de la actriz: “Es la primera mujer que declina su imagen en los productos derivados, desde el polvo de arroz hasta la absenta”. Por el lado de la moda, la gente acudía al teatro tanto para aplaudir su talento como para admirar sus fabulosos atuendos, que nos inspiraban, en particular sus vestidos serpentinos con cinturones lo suficientemente anchos para soportar una hernia que tenía y que influyeron en la silueta femenina de la finales del siglo XIX. Edith de Belleville, guía-conferenciante en París, recuerda que Sarah Bernhardt también “contribuyó al mito de la parisina”, en plena Belle Époque. Su singularidad la ha hecho famosa: “era flaca en la época de formas redondas, -pelirroja, el color del diablo-, madre soltera”, especifica la guía. “Pero de lo que estaba más orgullosa era de haber llevado la cultura francesa a la cima del mundo. ¡Se merece el Panteón!", concluye Pierre-André Hélène, aún admirando su gesto.

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