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La Comédie Française pone a la venta sus trajes únicos todos los jueves

Son las once y media en la plaza Colette y, a pesar de la lluvia, una decena de personas esperan la apertura de la tienda de la Comédie Française.

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La Comédie Française pone a la venta sus trajes únicos todos los jueves

Son las once y media en la plaza Colette y, a pesar de la lluvia, una decena de personas esperan la apertura de la tienda de la Comédie Française. En el interior, la gente se ocupa de forma discreta y rápida: en media hora, las puertas por fin podrán abrirse.

Es jueves, y lo que parece un día cualquiera para el resto de la capital es sinónimo de novedad, encuentros y viajes en el tiempo para todo aquel que sabe lo que depara este anexo de la Comédie Française: todos los jueves, hasta finales de abril, una treintena de personas Los trajes confeccionados en los talleres de la Comédie-Française y lucidos en escena por las actrices de la compañía se ponen a la venta por una cantidad que oscila entre 50 euros y menos de 500 euros.

Esta iniciativa nació hace dos años de la necesidad de “ordenar” las reservas del teatro más famoso de Francia, explica Martine Villemot, directora de la tienda. En el Centro Nacional de Vestuario Escénico se almacenan actualmente alrededor de 60.000 trajes: 1.000 m2, 600 armarios llenos hasta el borde... cifras que marean, más aún cuando sabemos que cada año se crean nuevos trajes para las representaciones que se dan “a el francés".

Así nació la idea de vender al público piezas que ya no se usarán. Cada semana, una novedad se exhibe en los estantes en la parte trasera de la tienda. El año pasado, 400 disfraces y complementos salieron de la casa de Molière. "Esperábamos que esta iniciativa tuviera éxito", reconoce Martine Villemot, "pero quedamos gratamente sorprendidos por la simpatía y el estado de ánimo de los clientes".

El ambiente que reina esta mañana en la tienda es bastante singular. Recibidos lentamente, los visitantes se dirigen con pasos tranquilos y decididos hacia el fondo de la sala. Algunos clientes habituales dejan sus maletas detrás del mostrador después de sonreír cómplices a los vendedores, con los ojos ya brillantes ante la idea de descubrir una nueva maravilla. Las manos palpan los tejidos, acarician los jubones relucientes, cogen una levita y llega el momento de la prueba, que da lugar a carcajadas, francas introspecciones o momentos de éxtasis.

“Cada pieza es única, cosida por una costurera en los Ateliers de la Comédie Française y requiere de una a tres semanas de trabajo continuo”, explica Isabelle Benoist, jefa de gestión de vestuario. “No hay tallas, todos los trajes están hechos para un actor o actriz en particular”, añade. “¡Así que esta oferta no tiene nada que ver con una tienda de segunda mano o de segunda mano!” exclama Martine Villemot. “Estas prendas requieren un trabajo minucioso, un saber hacer único. Se trata de piezas patrimoniales y de alta costura.

Único, cortado para un cuerpo concreto: aquí el disfraz elige a quien lo lleva, y no al revés. “Es una historia de encuentro y transmisión”, sonríe. Y la transmisión no es una palabra vacía en “la Casa”, un apodo cariñoso adoptado por todos los que trabajan allí. Esta institución, con más de tres siglos de antigüedad, es transmisora ​​de un repertorio y un saber hacer únicos. Esta venta semanal es, por tanto, “un momento que tiene significado, un momento que hay que saborear”, afirma Martine Villemot. “Es un poco de la historia de la Comédie Française que se está reproduciendo ahí fuera, la historia de sus talleres, de estas profesiones que no vemos. También es una oportunidad única de tocar y usar lo que normalmente sólo puedes mirar en el escenario”.

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Cada selección es estudiada escrupulosamente de una semana a otra por Isabelle Benoist y su equipo. La mayoría de los trajes a la venta son de papeles secundarios, de producciones antiguas o de obras de teatro “reformadas” por el administrador general, Eric Ruf. “Todo está archivado, es un esfuerzo de investigación enorme”, reconoce Isabelle Benoist.

Los trajes más antiguos o deteriorados se transformarán en cojines, paneles decorativos, bolsos de mano o incluso estuches para gafas, gracias a una colaboración entre la Comédie Française y Emmaüs. Esta clasificación y destilación que requieren paciencia y atención al detalle se suman a las ya de por sí largas misiones diarias de los diseñadores de vestuario.

Las dos mujeres dicen que esperan con ansias esta “reunión del jueves”. "Siempre es una oportunidad para conocer gente, conocer distintos perfiles que muestran su respeto y su apego a esta Cámara", explica Martine Villemot. Recuerda a una cantante que vino a comprar dos capas para su recital, a unos alumnos de HEC que habían robado un perchero entero para representar una obra de Feydeau, una familia donde cada verano se transmitía la pasión por el teatro en el ático de una casa de campaña, de este grupo de amigos probándose monos e impermeables, descalzos en el pasillo de la boutique, y este joven que sale con una chaqueta llamativa para su velada en la discoteca.

“Los usos que se hacen del vestuario son como los de la Comédie Française: abundantes. Algunos vienen a comprarse un disfraz para el carnaval de Venecia, otros a un desfile de drag queens, otros a hacer recreaciones históricas... Incluso tenemos profesores en las escuelas de moda que compran piezas para desarmarlas y explicarles el saber hacer de la Maison. estudiantes." ¿Qué mejor manera de entender el valor del trabajo escondido en los pliegues de estos tejidos?

Luciendo encantado, un joven se acerca a la caja registradora con un enorme abrigo marrón con volantes, de una producción de Crímenes y Castigos. “Me estaba esperando”, asegura con una sonrisa. Se pone la prenda que parece creada para él y cruza el umbral de la tienda con paso ágil y conquistador, sin mirar atrás. Gracias a la Boutique de la Comédie Française, el espíritu de la casa Molière se difunde en los tejidos que viajan por París.

Nueva selección todos los jueves hasta agotar existencias. Venta únicamente en la tienda de la Comédie-Française

1 plaza Colette, 75001 París De martes a viernes de 12 a 20.30 horas Sábado de 11 a 20.30 horas Domingo y festivos de 13 a 20.30 horas

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