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Estrellas de la Ópera de París bajo la lupa de un filósofo

Entraron al estudio.

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Estrellas de la Ópera de París bajo la lupa de un filósofo

Entraron al estudio. Ludmila Pagliero, Stéphane Bullion, estrellas del ballet de la Ópera de París, y Mats Ek, brillante coreógrafo. Sentado, Alexandre Lacroix, filósofo y novelista, observaba, en la postura del cazador de mariposas, tan atónito ante la gracia de estas criaturas que debía comprender su enigma. Lo bonito es que lo hace con mayúscula delicadeza.

Personas más torpes habrían atrapado a las criaturas y las habrían fijado en una caja con una etiqueta en latín. Observa sus volutas. Sondear sus orígenes y sus rutas. Evite en lo posible colocar teorías sobre lo que ve que empañarían el brillo de quienes observa. El título de su obra, La Danza-Filosofía del Cuerpo en Movimiento, muestra la seriedad de un entomólogo. Que los lectores estén tranquilos. El filósofo simplemente desmiente: aquel que hace malabarismos con ideas y conceptos, admite muy felizmente: “Me avergüenzo un poco de mí mismo cuando me muevo. Siento que tengo que superar mi autoestima y estar dispuesto a burlarme de mí mismo. » Mientras que desde el principio de los tiempos el hombre baila sin siquiera saber cómo.

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¿Dónde vive la danza? ¿Dónde puedes encontrarlo en ti mismo? Alexandre Lacroix compara lo que sabe sobre la teoría del movimiento con la práctica de las dos estrellas. ¿Cómo podemos distinguir la danza del deporte o del movimiento reflejo? ¿Cómo definir este arte ambiguo que no produce ningún objeto? “La danza es el conjunto de movimientos voluntarios que tienen su fin en sí mismos y que se desarrollan primero en el tiempo”, plantea después de haber examinado a Aristóteles y Paul Valéry. Mientras que Kleist aporta otra clave: “ La afectación aparece cuando el alma se sitúa en un punto distinto al centro de gravedad del movimiento. »

Mientras tanto, en el escenario del Palacio Garnier, luce Ludmila Pagliero. El astro, nacido en el seno de una familia desfavorecida de Buenos Aires, forzó su destino. Pasó por Chile y Nueva York, alojándose para su debut parisino en un alojamiento compartido en una habitación de servicio en los Campos Elíseos, con una cama individual para tres. Su vida se parece a La Odisea. Pruebas, hechizos, enojos, mareos, riesgos y una sucesión de apuestas. Alexandre Lacroix los cuenta pero también describe su trabajo en el estudio con Mats Ek en Another Place. Aprendemos cómo calienta antes del ensayo y cómo sus gestos particulares se integran en la vida cotidiana: “Nadar en el vacío, lavarse las manos, huir de un peligro repentino como si acabara de aparecer un jabalí. »

El autor añade una reflexión sobre la memorización, una pregunta sobre la interpretación, una exposición sobre la forma en que los segundos elencos aprenden de los primeros. Con el pretexto de filosofar, Alexandre Lacroix estudia los detalles que le sorprenden. Le agradecemos que haya llenado así este vacío sideral que rodea a las estrellas: “El bailarín es notoriamente no verbal”, escribió la coreógrafa estadounidense Doris Humphrey.

El baile. Filosofía del cuerpo en movimiento, de Alexandre Lacroix, Allary Éditions, 244 páginas 20,90 €.

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