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Con su festival de cine italiano, Villerupt perpetúa las tradiciones en honor a los antepasados ​​de los inmigrantes

"Es italiano, Villerupt".

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Con su festival de cine italiano, Villerupt perpetúa las tradiciones en honor a los antepasados ​​de los inmigrantes

"Es italiano, Villerupt". Con su festival de cine italiano, esta pequeña ciudad de Meurthe-et-Moselle perpetúa las tradiciones transalpinas en honor a los antepasados ​​inmigrantes. Muchos de ellos esperaron mucho tiempo antes de sentirse “legitimados” en Francia.

"Benvenuto a Villerupt", escrito con los colores de la bandera italiana, sustituye a las luces navideñas en las carreteras que empiezan a florecer en otras ciudades de Lorena. En las calles, florecen las conversaciones en italiano al margen de la 46ª edición del cine italiano, que comienza el 27 de octubre y finaliza el domingo. “Es un escaparate de la ciudad, pero no sólo de todo el territorio”, explica a la AFP Pierrick Spizak, alcalde de Villerupt. Durante dos semanas, 40.000 personas se reunieron en esta pequeña ciudad de 10.000 habitantes en la frontera entre Luxemburgo y Bélgica, de los cuales más de la mitad eran italianos o descendientes de italianos.

Yvo (que no quiso dar su apellido), de 72 años, nació en Villerupt, donde su padre llegó después de la guerra para trabajar en la industria siderúrgica, como muchos italianos. Sus amigos de Lorena también son italianos, explica: “¡Es italiano, Villerupt!” Recuerda con nostalgia los años 60, cuando viajó a Italia en un tren que unía Bélgica con Milán. Una línea que desde entonces se ha cerrado, lamenta. “Ahora harían falta cinco cambios” para llegar en tren al pueblo familiar.

Al lado del centro artístico El Arca, donde se proyectaron numerosas películas con motivo de esta 46ª edición del festival, una carpa blanca alberga un restaurante donde auténticas "mamás" italianas cocinan recetas transalpinas. Al inicio del festival, antes de que reuniera a tantos visitantes, los espectadores incluso iban a comer (italiano) a casa de los lugareños. También en El Arca el jurado concedió el viernes su Amílcar a la directora Lyda Patitucci, por la película Come pecore in mezzo ai lupi.

Para esta 46ª edición, la programación varió entre películas antiguas, con toda una retrospectiva en homenaje al director Ettore Scola (1931-2016) y la retransmisión de películas emblemáticas como La Terrasse (1980) o Affreux, sales et villains (1976), y nuevos estrenos, incluida la llegada de la actriz Jasmine Trinca y la directora Léa Todorov, para adelantar The New Woman.

"Legitimizados" con el tiempo, los inmigrantes italianos sufrieron sin embargo xenofobia durante sus llegadas masivas a Francia en el siglo XIX y la primera mitad del XX, relata a la AFP Piero-D Galloro, profesor de sociología de las migraciones en la Universidad de Lorena. Empleados cualificados, capaces de trabajar bajo tierra y con herramientas, sus habilidades cumplían todos los requisitos para la necesidad de mano de obra en las minas o en la industria siderúrgica del este de Francia.

Pero esto despertó "miedo" entre los franceses, continúa el investigador, que cita en particular la novela La invasión, de Louis Bertrand, publicada en 1907. La pequeña ciudad de Joeuf (Meurthe-et-Moselle), cuna del ex astro del fútbol francés Michel Platini, tenía 170 habitantes en 1870... y 11.000 en 1911, de los cuales tres cuartas partes eran extranjeros, ilustra Galloro.

Luego, la imagen de los italianos, vistos como europeos, cristianos, mejoró en Francia y, al mismo tiempo, los descendientes de inmigrantes quisieron reapropiarse de su cultura. En los años 70 se crearon asociaciones para estos descendientes, algunos de los cuales nunca han visto Italia, como Arulef Lorena. En 1990 contaba con más de 400 familias socias, según su secretario, Daniel Cimarelli. Organiza viajes, espectáculos, actividades para niños, comidas transalpinas... Desde entonces, el número ha disminuido y hoy forman parte de él 200 familias.

La asociación también ofrecía clases de italiano a los niños, pero poco a poco "fue decayendo", lamenta Cimarelli, señalando que en las familias "a menudo son los niños mayores los que mantienen la tradición", mientras que otros hablan muy poco italiano, por ejemplo. Si los italianos sufrieron xenofobia en Francia, los estigmas fueron "devueltos" hacia una valorización de su cultura y sus tradiciones, explica el académico.

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