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“Ante la omnipresencia del inglés en la ciencia, recuperemos el lugar del francés en la universidad”

Benoît Dubreuil es el comisario de lengua francesa de Quebec.

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“Ante la omnipresencia del inglés en la ciencia, recuperemos el lugar del francés en la universidad”

Benoît Dubreuil es el comisario de lengua francesa de Quebec.

En las últimas décadas, el idioma inglés ha adquirido un lugar incomparable en el mundo científico. En publicaciones y reuniones internacionales, el monolingüismo inglés es ahora la norma. En docencia y pedagogía sus avances son indiscutibles. Compartir un lenguaje común proporciona claros beneficios a la comunidad científica. Facilita la circulación de conocimientos e ideas a través de fronteras nacionales y lingüísticas.

Sin embargo, este nuevo monolingüismo conlleva desventajas cada vez más conocidas. Penaliza a los investigadores cuya lengua materna no es el inglés, pone en desventaja la investigación sobre temas relevantes a nivel local y nacional, obstaculiza la difusión del conocimiento dentro de las empresas que financian los sistemas de investigación y perjudica la calidad de la formación en la educación superior. Entre los políticos y las partes interesadas en la investigación, el consenso ahora está bien establecido: no podemos aprovechar al máximo la ciencia que sólo se hace en inglés. Pero surge una pregunta: ¿cómo solucionarlo?

Hasta hace poco, la traducción era una solución limitada al monolingüismo en la ciencia debido a sus costos y tiempos de procesamiento. Sin embargo, los recientes avances en la traducción automática están cambiando la situación. Hoy en día, basta con un clic para traducir un texto al idioma que elijas. El reconocimiento y la síntesis de voz también pueden traducir la voz instantáneamente.

Sin embargo, el uso de tecnologías de traducción no está exento de riesgos. Pueden comprometer la confidencialidad y los derechos de autor del contenido, o introducir errores sutiles en una traducción aparentemente perfecta. También corren el riesgo de empobrecer la lengua francesa haciéndole perder la riqueza de su vocabulario o no respetando sus particularidades. A pesar de estos riesgos, es posible un uso responsable de la traducción automática. Es por eso que sugiero que las partes interesadas del mundo francófono tomen medidas concertadas para maximizar los beneficios de estas tecnologías para la ciencia y evitar sus dificultades.

Del 30 de octubre al 3 de noviembre se celebra en Quebec la Semana Mundial de la Francofonía Científica. En esta ocasión hago pública una opinión titulada El francés, ¿lengua de conocimiento? Para un enfoque estructurado del uso de la traducción automática en el entorno de la investigación, en el que presento un procedimiento para Quebec, Francia y otros estados francófonos con el fin de restablecer el lugar del francés en la ciencia.

En particular, propongo crear un centro de coordinación en toda la Francofonía para cumplir diversos mandatos. Este centro gestionaría, en particular, la recopilación y el procesamiento de datos textuales para crear corpus multilingües de alta calidad en todos los campos científicos. Trabajaría para revitalizar la terminología científica en francés y perfeccionar los algoritmos de traducción automática para adaptarlos a las particularidades del mundo científico.

Sin embargo, sus acciones irían más allá del trabajo de traducción y terminología. Para restablecer el lugar del francés –y del multilingüismo– en la ciencia, es esencial expresarse con la misma voz. El centro se apoyaría en el movimiento de ciencia abierta para liberar los textos científicos de sus derechos de autor y promover su traducción al francés. Tomaría medidas con las principales editoriales científicas para integrar sistemáticamente la traducción en su proceso de publicación y promover la difusión multilingüe de la investigación en sus plataformas. Finalmente, desarrollaría una estrategia de descubrimiento adaptada a contenidos científicos en francés que aprovecharía la inteligencia artificial y sus avances.

Lograr esta ambiciosa agenda requerirá la colaboración entre científicos, abogados y especialistas en información. También debe estar respaldado por acciones a nivel local o nacional. De hecho, nada impide que las universidades y otros actores de la investigación actúen ahora para promover el francés –así como el multilingüismo– en sus comunidades. Como propongo en mi opinión, las universidades pueden capacitar a sus comunidades para que se beneficien de la traducción automática en la enseñanza y la investigación. Pueden garantizar la presencia del francés en los eventos científicos que organizan o incluso traducir al francés sus publicaciones más importantes.

Todas estas acciones están lejos de ser triviales. En definitiva, resolverán gran parte de los problemas de eficiencia y equidad vinculados al monolingüismo en la ciencia y sentarán las bases para una convivencia más sana entre lenguas.

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