Un primer caso de cólera procedente de las Comoras, donde la epidemia azota desde principios de año, fue detectado en Mayotte, confirmó el martes la prefectura de este territorio de ultramar. El infectado, que llegó el domingo procedente de Anjouan, en el norte de la isla, fue atendido el lunes por la tarde en la unidad de “cólera” del centro hospitalario de Mayotte (CHM). “Ha sido tratada y está mejor”, aseguró el prefecto François-Xavier Bieuville durante una rueda de prensa.
El cólera es una forma aguda de diarrea que puede causar la muerte en cuestión de horas y se transmite por bacterias que generalmente se transmiten a través de agua o alimentos contaminados. Mientras que los casos aumentan desde hace varias semanas en el vecino archipiélago de las Comoras, la Agencia Regional de Salud (ARS) presentó en febrero un plan de respuesta en caso de introducción de la enfermedad en Mayotte. Se han reforzado los controles sanitarios en las fronteras y las intervenciones sobre el terreno, y se ha establecido un circuito de atención hospitalaria seguro para evitar la contaminación. El ARS también desplegó recursos de investigación médica y paramédica.
El lunes por la tarde, un equipo se dirigió al lugar de residencia del paciente para identificar los casos de contacto y proporcionarles los primeros tratamientos, informó la ARS. Un equipo regresó al lugar el martes para desinfectar la vivienda y difundir recomendaciones sanitarias al barrio. La prefectura y la ARS llaman a la población a observar medidas de higiene para evitar cualquier contaminación o transmisión de la enfermedad, como beber agua controlada y lavarse las manos.
“Para evitar o contener una epidemia de cólera, la población debe tener acceso a agua potable para beber, lavarse, cocinar, etc. Sin embargo, este no es el caso en Mayotte, ya que el 18% de la población no tiene acceso al agua potable en casa”, recordó Manon Gallego, directora en Francia de la ONG Solidarités International, en un comunicado de prensa. Mayotte experimentó en 2023 su sequía más grave desde 1997 y a partir de agosto se enfrentó a una escasez de agua sin precedentes. Para hacer frente a esto, el Estado organizó distribuciones de agua potable e intensificó los cortes de agua corriente, hasta el punto de permitir el acceso sólo un día de cada tres. Las fuertes lluvias caídas en diciembre y enero permitieron que estas restricciones se levantaran gradualmente, aunque los mahorais todavía tienen que sufrir cortes de agua cada dos días.
