Corresponsal en Washington,
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, suspendió el domingo su candidatura a la nominación republicana. Dos días antes de las cruciales primarias de New Hampshire, expresó su apoyo a Donald Trump. “Para mí está claro que la mayoría de los votantes de las primarias republicanas quieren darle a Donald Trump otra oportunidad”, dijo DeSantis en un video. “Vieron que su presidencia encontró una feroz resistencia, y ven que los demócratas ahora utilizan el sistema de justicia para atacarlo…. He tenido desacuerdos con Donald Trump, particularmente durante la pandemia del Coronavirus. Pero Trump es superior al actual titular, Joe Biden. Firmé un compromiso de apoyo al candidato republicano y lo cumpliré”.
El gobernador de Florida también disparó la flecha parta contra su rival Nikki Haley, quien con su retirada se convierte en la última competidora contra Trump. “No podemos volver a la vieja guardia republicana de antaño, ni a una versión reenvasada y recalentada del capitalismo institucional que representa Nikki Haley”, dijo DeSantis. “Se acabaron los días en que se dejaba a los estadounidenses en último lugar, en que se complacía a las grandes empresas y en que se sometía a la ideología Woke”.
La ambiciosa campaña del gobernador de Florida ha tenido tiempo prestado desde las asambleas electorales de Iowa. DeSantis, que había apostado todo por este estado, por el que había viajado de arriba abajo y donde había gastado sumas colosales, sólo quedó en segunda posición, muy por detrás de Donald Trump. “Deliberamos sobre qué hacer”, reconoció DeSantis. “Pero no puedo pedirles a nuestros seguidores que donen su tiempo y recursos. No tenemos un camino claro. Como resultado, hoy suspendo mi campaña". Su candidatura había sido considerada en 2022 como la mejor alternativa a Donald Trump para representar al Partido Republicano en las elecciones presidenciales de 2024. DeSantis, reelegido con un margen considerable para su cargo como gobernador de Florida, había hecho de su estado el símbolo del nuevo Partido Republicano. Su negativa a aplicar dogmáticamente las instrucciones de confinamiento durante la pandemia de Covid y su lucha intransigente contra los excesos de la ideología Woke le habían granjeado notoriedad nacional. DeSantis, opuesto a la enseñanza de teorías de género y al activismo demócrata racialista en escuelas y universidades, se había convertido en el defensor del sentido común y del retorno a los valores tradicionales.
Pero este conservador clásico lanzó su campaña presidencial transformándose en un candidato trumpista, una versión más educada: convertido en un aislacionista en política exterior, este graduado de Harvard y Yale se presentó como un candidato anti-élite. Prometió a los votantes republicanos encarnar las mismas políticas que Donald Trump, pero sin el lado desordenado y caótico del personaje.
A sus 44 años, muchos analistas lo consideraban el representante de una nueva generación de republicanos. Las encuestas le daban el gran favorito en las primarias. Los donantes republicanos le habían pagado fortunas. A pesar de estas ventajas, DeSantis tuvo dificultades para convencer. El muy publicitado lanzamiento de su candidatura en X en compañía del multimillonario Elon Musk se convirtió en un fiasco técnico.
A partir de ahí todo fue de mal en peor. Su personalidad, rígida, incómoda en público, su falta de sentido de la réplica, no suscitaron mucho entusiasmo. Renovando constantemente su equipo de campaña, nunca logró rodearse.
Pero, sobre todo, se topó rápidamente con la realidad política: su promesa de sustituir a Trump sin atacarlo ni oponerse jamás a él no convenció ni a sus partidarios, que preferían al original, ni a sus adversarios, que no estaban dispuestos a apoyar a su clon. A medida que las sucesivas acusaciones de Trump unieron a los votantes republicanos en torno al expresidente a principios de 2023, la posición intermedia de DeSantis se volvió insostenible. En lugar de alienar la base de votantes de Trump, DeSantis optó por apoyar al expresidente, acusando a los demócratas de politizar el sistema de justicia y prometiendo apoyarlo si ganaba las primarias. DeSantis había apostado todo a las asambleas electorales de Iowa, esperando que los activistas republicanos de este estado conservador y religioso le permitieran tomar la delantera en las primarias.
Pero a pesar del apoyo del gobernador de Iowa y de las iglesias evangélicas, sólo alcanzó el segundo lugar, a 30 puntos de Trump, seguido de cerca por Nikki Haley. Este resultado marcó el fracaso de su estrategia. DeSantis había prometido continuar su campaña en Carolina del Sur, pero faltaban fondos y energía. Después del senador Marco Rubio y el exgobernador Jeb Bush, derrotados por Trump en 2016, DeSantis se convierte en el tercer político de Florida derrotado por el expresidente.
La retirada de DeSantis convierte a Nikki Haley en la última alternativa a Donald Trump para representar al Partido Republicano contra Joe Biden.
