El ex campeón paralímpico sudafricano Oscar Pistorius salió de prisión el 5 de enero y fue puesto en libertad condicional once años después del asesinato de su compañera Reeva Steenkamp. El ex deportista de 37 años al que le amputaron ambas piernas cumplió la mitad de su condena antes de regresar a una vida fuera del mundo carcelario.
Tres meses después de esta liberación en libertad condicional, Pistorius intenta rehacer su vida, todavía en su país natal. El New York Post investigó la nueva vida del excampeón radicado en Pretoria. Según el diario estadounidense, se puso en contacto con el Comité Paralímpico esperando una mano tendida y la posibilidad de trabajar, pero la respuesta fue negativa. "Es demasiado tóxico para trabajar con él ahora", dijo uno de los miembros al que se acercó a los medios estadounidenses antes de agregar: "Aquí no hay nada para él".
Héroe de su país en 2012, cuando se convirtió en el primer doble amputado en competir en los Juegos Olímpicos, Pistorius está hoy alojado en casa de un tío que posee una propiedad lujosa, muy protegida y que le permite vivir al abrigo de miradas indiscretas. Según el New York Post, no está obligado a llevar una pulsera electrónica, pero debe someterse periódicamente a pruebas de alcohol y drogas. No tiene derecho a contactar con la familia de su expareja y no puede conceder entrevista ni expresarse en redes sociales.
Para ocupar sus días y ser útil a la comunidad, se apuntó como voluntario en NG Kerk Waterkloof, una iglesia reformada holandesa a la que asistía su tío. Allí realiza trabajos de mantenimiento y se ocupa del servicio de limpieza, indica el NY Post.
El sudafricano también acude a los servicios religiosos, pero el carácter conocido por todos sus compatriotas ha cambiado visiblemente. “Casi no lo reconocí”, dijo un testigo que lo vio en la iglesia. “Su cabello es más largo y tiene barba. Tampoco es tan flaco como esperaba. Nunca sabrías que era un atleta. Simplemente ya no es el mismo”.
Otro miembro de la parroquia describió a Oscar Pistorius como un hombre “ni amigable ni extrovertido”, antes de aclarar: “Ni siquiera sé si lo vi sonreír. No es más que una sombra de lo que alguna vez fue”.
