Sus éxitos se descargan por millones, pero su nombre probablemente no significará nada para el gran público: Nej, tres letras pero un tsunami musical decidido a brillar, después de un viaje “contra todo pronóstico”.
Para hablar de este artista hay que mirar primero las cifras: 3,3 millones de oyentes mensuales en la plataforma Spotify (una de las artistas francófonas más escuchadas después de Aya Nakamura y Angèle) y casi dos millones de suscriptores en TikTok.
Si todavía nos faltara uno: 100 millones es la cifra de descargas de su tema Paro (92 millones de visualizaciones en YouTube), que ha traspasado fronteras hasta convertirse en uno de los temas más escuchados en 2022. "No me doy cuenta. Me parece increíble”, confiesa a la AFP, cuyo segundo álbum, ATHENA, sale el viernes. ¿Nej? “Es una artista independiente que se construyó en Internet, lejos de los medios tradicionales”, explica Narjes Bahhar, director editorial de rap de Deezer.
“Sin duda hay medios que me cerraron la puerta”, apunta la cantante cuando le preguntan por su ausencia de los medios pese a las ventas de discos. “Otros no me conocen todavía. En cualquier caso, no le cierro la puerta a nadie”, pone las cosas en perspectiva. Nacida en Toulouse en un ambiente modesto, Najoua Laamri, su verdadero nombre, desarrolló desde muy temprana edad su pasión por la música. Fue descubierta por una vecina que la ayudó a empezar.
Siguieron varios años de dificultades. Es a través de las redes sociales, donde publica numerosas portadas, que se da a conocer. En 2019 se lanzó Enchantée, su primer álbum que la consagró en el panorama musical. Le siguen tres EP. En la escena urbana (principalmente dominada por hombres), se hizo un nombre y colaboró con: Naps, Lartiste, Zaho...
Su música ? Sonidos danzantes sobre textos sencillos pero efectivos, impregnados de melancolía. Como Why not (siete millones de visitas en YouTube) o Ma colombe (14 millones de visitas en YouTube).
Para Narjes Bahhar, Nej es “sobre todo un artista pop con R’n’b y sonidos orientales”. En su casa no hay “basura” ni “enfrentamientos”. Sus textos son consensuados, lo suficiente como para complacer (también) a los padres de su público, compuesto principalmente por niñas. En 2022, llenó el Olympia dos días seguidos. Las entradas se agotaron en 24 horas. “Ha sido un camino muy largo de mucho trabajo y perseverancia. Había que creer en ello porque nada estaba a nuestro alcance”, confiesa.
“Tuve que luchar para conseguir este lugar. Gané algunas batallas... perdí otras”, asegura. Hoy, la joven dice estar “tomando confianza” y estando “más serena”. Su nuevo disco está atravesado por todas estas cuestiones. En cuanto a la forma, no hay pausa, su público encontrará los mismos sonidos y colaboraciones con Bigflo y Oli o el rapero Maes. “A menudo me guío por el sentimiento. No hay ego, es una cuestión de universo”, afirma, confiando que estaba encantada de encontrar al dúo de Toulouse. “Hace unos años perdí una competición contra ellos”, recuerda. Esta pieza es nuestro reencuentro.
“Con ATHENA siento que estoy dando un paso adelante”, concluye. Me asusta porque la exposición a los medios y el éxito no son necesariamente fáciles de gestionar”.
