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“Interés electoral o inclinaciones revolucionarias: por qué parte de la izquierda apoya los disturbios”

François Pupponi, exdiputado (MDDA) por Val-d'Oise y exalcalde de Sarcelles durante 20 años, es el autor de La gauche en perdition (Ed.

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“Interés electoral o inclinaciones revolucionarias: por qué parte de la izquierda apoya los disturbios”

François Pupponi, exdiputado (MDDA) por Val-d'Oise y exalcalde de Sarcelles durante 20 años, es el autor de La gauche en perdition (Ed. du Cerf).

LE FÍGARO. - El 4 de julio, en la Asamblea Nacional, la primera ministra Elisabeth Borne denunció la negativa de La France insoumise a cooperar en el compromiso de los partidos políticos para aliviar las tensiones, afirmando que el grupo parlamentario "no se posiciona ni en el campo republicano". En el marco de los disturbios que sacuden a Francia desde hace una semana, una parte de la izquierda se ha negado a llamar a la calma y, en un principio, a condenar la violencia. ¿Cómo ve esta posición?

François PUPPONI. - Desafortunadamente, los disturbios en los suburbios ocurren regularmente, uno esperaría eso. Lo que es inaceptable y anormal es que no sólo algunos funcionarios electos de izquierda no denunciaron la violencia, sino que, peor aún, dieron a entender que la avalaban, cuando estábamos cerca del desastre, y que podía haber muertos.

Pero es coherente con la posición de La France insoumise, que durante meses y meses ha cuestionado las instituciones e incitado motines y levantamientos. Están por tanto en su escandalosa e inaceptable lógica de cuestionamiento de las instituciones, que contribuyen a fracturar nuestro país.

Cuando Jean-Luc Mélenchon pidió a los “jóvenes” el viernes por la noche que “no tocaran” escuelas, bibliotecas, gimnasios, esta afirmación fue fuertemente criticada porque sugiere que no condena el resto de los saqueos y que tiene autoridad sobre los alborotadores. ¿Qué opinas?

El problema de Jean-Luc Mélenchon es que está en una lógica insurreccional, se toma a sí mismo por el gran líder revolucionario de nuestro país e incita a la insurrección. Además, su electorado se encuentra principalmente en estos barrios. Tiene pues un doble interés: por un lado una lógica revolucionaria -piensa que va a derribar las instituciones y tomar el poder-, pero también tiene un interés puramente electoral, porque en estos barrios está muy presente electoralmente. Su grupo parlamentario se elige principalmente en estos distritos.

Leer tambiénMort de Nahel: a la izquierda, Jean-Luc Mélenchon se aísla poniendo en perspectiva los disturbios

En mi circunscripción, no vi al diputado LFI venir a los barrios por la noche para calmar las cosas. Estaban extrañamente ausentes. Sin declaración, sin presencia en el terreno. En Sarcelles, los comerciantes fueron atacados violentamente, en Garges-lès-Gonesse el ayuntamiento fue incendiado. Sin embargo, el diputado por la circunscripción no acudió a saludar a los comerciantes; es muy revelador, porque cuando uno es elegido por la República y la República es atacada, cuando la gente es víctima de disturbios, la lógica es ir a saludarlos. Pero los comerciantes víctimas de los disturbios no son su tema.

En Twitter, Sandrine Rousseau dijo: “¿Y si el saqueo tuviera que ver con la pobreza? Las marcas, ¿con la sensación de descenso? ¿Quizás debe ser analizado políticamente, no solo de seguridad? ¿Podemos ver allí una recuperación política de la izquierda con miras a una convergencia de luchas?

Sí, su lógica es que las clases trabajadoras están oprimidas y que existe la lucha de clases. Cuando las clases trabajadoras hambrientas por el capitalismo se rebelan, la extrema izquierda considera que está justificado y que los capitalistas en cierto modo lo han buscado; cuando las clases trabajadoras deciden ayudarse a sí mismas porque tienen hambre, no las puede culpar, porque considera que es la sociedad la que las ha puesto en esta situación, según su lógica marxista y revolucionaria.

Para LFI, lo ocurrido es normal, previsible y hasta justificado. A fuerza de transmitir este discurso, no es de extrañar que los jóvenes de los suburbios se sientan con derecho a aplicarlo. Es como si Jean-Luc Mélenchon les dijera a los alborotadores que tienen derecho a rebelarse, a disolverse, pero que hay que elegir sus objetivos. Lo verbaliza, lo intelectualiza, pero es una lógica totalmente marxista.

En última instancia, ¿cuál es el objetivo de la izquierda: no alienar a los barrios obreros o derrocar el orden establecido?

Hay ambos. Al mismo tiempo, su electorado ya no es obrero -el nuevo proletariado está en los barrios y no es obrero- entonces hay un deseo de hacer la revolución, de tomar el poder por la fuerza, y para eso es necesario que los proletarios de hoy estén con ellos. Hay por tanto un interés electoral, pero también un interés más subliminal: tomar el poder por la fuerza. Están dando un doble golpe, desde una perspectiva tanto electoralista como revolucionaria: son elegidos por esas voces, y gracias a esas voces esperan derrocar al poder.

Su actitud es totalmente coherente, porque hacen campaña diciendo que van a cambiar las estructuras de poder y que esa sociedad ya no es posible; por tanto, no pueden reprochar la acción de los que se rebelan. Están obligados a dar la razón a su electorado. Pero están utilizando a su electorado para su suprema ambición de tomar el poder por la fuerza.

En tu libro La gauche en perdition hablas de la neoizquierda y sus excesos separatistas. ¿Cree que con los últimos acontecimientos esta nueva izquierda ha dado un paso más en la deriva que está analizando?

Sí, es obvio. Utilizan la convergencia de luchas, lo hicieron durante la manifestación por la reforma previsional, y lo hacen durante los disturbios tras la trágica muerte del joven Nahel, para sacar a la gente. Todos los pretextos son buenos para "ensuciar" las cosas. Antes de tomar el poder saben muy bien que hay que desarmar a la policía, ya que es la policía la que protege el poder en el lugar. LFI lleva años diciendo que los policías son racistas y matan: es una forma de desarmarlos, porque los policías hoy ya no pueden defenderse.

En cuanto al partido socialista que condenó la violencia, es indicativo de una nueva fractura en la izquierda. Pero afortunadamente condenaron la violencia: muchos ayuntamientos socialistas se vieron afectados. Sin embargo, los socialistas saben desde hace mucho tiempo quién es Mélenchon y a qué se dedica. Pero también están jugando un doble juego, ya que fueron a buscar sus votos.

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