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Elecciones federales: “La política migratoria suiza, un modelo a seguir para los países europeos”

Paul Zurkinden es ciudadano franco-suizo y se graduó en Sciences Po Paris.

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Elecciones federales: “La política migratoria suiza, un modelo a seguir para los países europeos”

Paul Zurkinden es ciudadano franco-suizo y se graduó en Sciences Po Paris. Es consultor del sector público. Acaba de publicar una nota para el Observatorio de Inmigración y Demografía titulada “El modelo suizo: un ejemplo de inmigración elegida”.

"Queremos una inmigración selectiva". Éste es el objetivo del gobierno fijado por el Ministro del Interior, Gérald Darmanin, durante la presentación del proyecto de ley de inmigración a principios de febrero. Pero, ¿cómo podría ser una política de inmigración elegida en Francia? Sin duda, el modelo suizo puede proporcionarnos algunas respuestas.

En este país, la política migratoria consiste en fomentar la inmigración de alto valor agregado, manteniendo al mismo tiempo la capacidad de gestionar de manera flexible las entradas al territorio. Dirigida a las necesidades de la economía, esta política hace una distinción entre inmigración europea y no europea. Se combina con una de las políticas de naturalización más rigurosas de Europa.

En términos de acceso al mercado laboral para los extranjeros, existe un sistema de admisión dual que favorece a los nacionales de los países de la UE y la AELC. Para el resto de nacionales, la admisión a estancia se limita a trabajadores altamente cualificados. Las condiciones que regulan el derecho de residencia y establecimiento de los extranjeros no europeos son particularmente estrictas: la capacidad de integración, así como la existencia de una fuente de ingresos suficiente, son factores determinantes. Sólo los ejecutivos, especialistas y trabajadores cualificados pueden ser admitidos a trabajar en Suiza y obtener un permiso de residencia, siempre que hayan explorado en vano los mercados laborales suizos y europeos.

Al presentar una solicitud de autorización de trabajo, el empleador debe demostrar que el servicio de colocación no ha podido encontrar un candidato y que no puede formar en un plazo razonable a un trabajador disponible en el mercado laboral suizo. A estas condiciones se suma el hecho de que deben respetarse las condiciones laborales y salariales habituales en el sector, limitando así en gran medida los riesgos de dumping social.

Finalmente, un último factor limita la inmigración laboral de nacionales no europeos: la disponibilidad de cuotas para permisos de residencia. El establecimiento de cuotas anuales lo determina cada año la Confederación, previa consulta a los cantones y a los interlocutores sociales. Se fija un número máximo de permisos de residencia, distribuidos entre los cantones y la Confederación. Para el año 2023, el Consejo Federal ha fijado en 8.500 el número máximo de permisos de residencia que se pueden expedir.

Asimismo, el procedimiento ordinario de naturalización en Suiza es particularmente exigente: un solicitante sólo puede obtener la nacionalidad suiza si cumple las condiciones fijadas, según el principio de subsidiariedad, a nivel federal, cantonal y municipal. Estas condiciones incluyen, en particular, una duración mínima de estancia, el respeto del orden público, el dominio de la lengua y la integración económica y social. En el procedimiento ordinario de naturalización, el solicitante debe haber permanecido en Suiza durante 10 años, de los cuales 3 años en los últimos 5 años y entre 2 y 5 años en el mismo cantón, su integración debe ser exitosa y debe haber estado familiarizado con los países vivos. condiciones en Suiza. Por último, poner en peligro la seguridad interior o exterior de Suiza es un criterio de exclusión.

El procedimiento de naturalización incluye la elaboración de un informe de investigación por parte de la autoridad cantonal, cuyo objetivo es verificar las condiciones formales y materiales de la naturalización. Proporciona información, entre otras cosas, sobre el respeto de la seguridad y el orden públicos, el respeto de los valores de la Constitución, la adquisición de conocimientos lingüísticos, la participación en la vida económica y el grado de familiarización con las condiciones de vida en Suiza. En términos de participación económica, el solicitante debe tener ingresos que le permitan cubrir las necesidades de su familia. Si el solicitante recibe asistencia social en los 3 años anteriores a la presentación de la solicitud o durante el procedimiento de naturalización, no podrá tener éxito a menos que se devuelva la ayuda.

Por último, el derecho cantonal puede disponer que una solicitud de naturalización esté sujeta a un dictamen previo del municipio del solicitante para conceder el derecho de ciudadanía. En este caso, la autoridad municipal interroga al solicitante sobre su nivel de integración, dominio del idioma y conocimientos cívicos y le concede o deniega el derecho de ciudadanía. Así, los criterios para la naturalización no son sólo objeto de una evaluación administrativa, realizada por una autoridad distante, sino que materializan una aprobación por parte del entorno real en el que el solicitante presenta su solicitud, mientras que la Confederación se limita a fijar condiciones mínimas y a conceder nacionalidad al final del procedimiento.

Esta política ha dado resultados tangibles: los extranjeros que residen en Suiza, aunque representan una proporción especialmente importante (24,7% de la población en 2021), proceden mayoritariamente de Europa (83%), luego de Asia (8%) y finalmente de África ( 5%) y América Latina (3%). Entre la población de origen inmigrante, los nacionales de la Unión Europea y la AELC experimentan niveles de integración cercanos o incluso similares a los de la población no inmigrante.

Por lo tanto, la política migratoria suiza presenta la apariencia de una paradoja frente a sus vecinos europeos. Se caracteriza tanto por un nivel particularmente alto de inmigración como por la aplicación de criterios de admisión exigentes. Si bien se distingue por tipos de flujos esencialmente cualificados, procedentes de los Estados industrializados, se encuentra, no obstante, ante niveles de integración particularmente contrastantes entre poblaciones procedentes de Estados europeos y de terceros Estados. Frente a estos desafíos, el sistema político suizo tiene ventajas innegables que lo distinguen de sus vecinos europeos: las formas directas e indirectas de participación de los ciudadanos en las decisiones democráticas permiten dar una dirección clara a la política migratoria, fortaleciendo también la legitimidad de la sistemas vigentes y el carácter desapasionado del debate cívico sobre estas cuestiones.

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