Post a Comment Print Share on Facebook

“Cuando el Consejo Superior de la Judicatura altera profundamente el principio de la obligación de reserva”

Marcel Pochard es consejero de Estado honorario y ex director general de administración y función pública.

- 10 reads.

“Cuando el Consejo Superior de la Judicatura altera profundamente el principio de la obligación de reserva”

Marcel Pochard es consejero de Estado honorario y ex director general de administración y función pública.

El Consejo Superior del Poder Judicial (CSM) se pronunció el pasado mes de diciembre, solicitado por el Guardián de los Sellos sobre el uso de su libertad de expresión por parte de los magistrados. “Una gran lección de derecho dirigida al ministro”, según los expertos. En otras palabras, un brazo de honor. Lejos de la reestructuración del uso de esta libertad por parte de los magistrados, como el Ministro podría haber esperado, se está dando una señal contraria. La libertad de expresión de los magistrados se posiciona desde el principio como garantía del “derecho particular de los magistrados a la independencia”, y como “garantía de la independencia del poder judicial”. Por tanto, constituye no sólo un derecho de los magistrados, sino también un deber. De ello se deduce: 1) que esta libertad sólo puede limitarse al apoyo de “otros principios igualmente fundamentales” (§23); 2) que “sólo en casos excepcionales un magistrado puede ser considerado responsable de los comentarios que ha hecho” (§13). Ver esto como un cheque en blanco entregado a los magistrados en su expresión pública sería excesivo. Pero el mensaje es claro.

Esta postura no deja de cuestionar tanto los principios enunciados como su magnífica exhibición a la luz de realidades preocupantes.

Los principios ya. Para llegar a la conclusión de que las únicas restricciones posibles a la libertad de expresión de los magistrados son las que se derivan de principios equivalentes a esta libertad, el dictamen del CSM se ve llevado a alterar profundamente el alcance de una restricción, sin embargo, importante, anclada en la régimen de los funcionarios públicos, el de la obligación de reserva. El dictamen ciertamente recuerda que esto está incluido en el estatuto del poder judicial y que su objetivo "fundamental" es "preservar la confianza en una justicia imparcial". Pero en lugar de sacar conclusiones directas sobre lo que esta exigencia podría implicar concretamente por parte de los magistrados en sus declaraciones públicas, el dictamen establece inmediatamente como principio, en el punto 10, que "debido a la especificidad de la función del magistrado en un sistema democrático sociedad", la cuestión de saber hasta qué punto debe ejercer su libertad de expresión sólo surge "cuando están en juego los valores y principios del Estado de derecho en los que se basa su cargo".

Esto modifica considerablemente el alcance de la obligación de reserva, y el criterio con el que evaluar sus incumplimientos, que es infinitamente más pragmático. Se pierde de vista la confianza en la justicia y con ella el significado del enfoque ético. Lo que explica esta extraña presciencia del carácter excepcional de los casos de compromiso de la responsabilidad de los magistrados en esta materia, y el no menos extraño recurso a esta noción de “compromiso de responsabilidad” de carácter jurisdiccional y ajeno al enfoque ético.

Luego las realidades. Centrada únicamente en los principios, la opinión huele a estar en la superficie. Es cierto, se dice, que los franceses siempre han preferido las certezas del espíritu a las inquietantes incertidumbres de la realidad. Desafortunadamente, en este caso no faltan realidades inquietantes. La historia ofrece múltiples ejemplos, marcados por la reticencia de la institución judicial a asumir casos controvertidos y, si es necesario, sancionar: el muro de los idiotas, por supuesto, imposible de olvidar (sin procedimientos disciplinarios); más arriba, la arenga del sustituto Oswald Baudot, siempre reivindicado como modelo de ética por el Sindicato de Magistrados, y sin embargo una pura maraña de provocaciones (reprimenda rápidamente retirada por el Ministro de Justicia); la columna de diatriba de un magistrado consagrado, publicada en un periódico vespertino, titulada burdamente "La comunidad judicial reducida a lacayos", que ataca directamente a los primeros presidentes de los más altos tribunales franceses tratándolos como servidores del poder (sin procedimiento disciplinario ).

Pero, como sabemos, una vez superados los límites, ya no hay límites. Et voilà les syndicats de magistrats prenant position dans les élections présidentielles et s'affichant dans des réunions de partis politiques, tandis que de nombreux magistrats n'hésitent pas à proclamer qu'ils sont engagés dans un combat politique et à agir sur les réseaux sociaux en este sentido. ¿Cómo podemos imaginar que todos estos comportamientos no tienen ningún impacto en la confianza en la justicia? Sin embargo, los resultados del barómetro anual del Cevipof sobre el tema dan que pensar: en febrero de 2023, menos de uno de cada dos franceses (44%) tiene confianza en la Justicia y más de dos de cada tres (71%) creen que está demasiado politizado.

Ciertamente, hay muchas otras causas para esta situación además del problema de la obligación de secreto, pero esto no es nada secundario, especialmente en una época en la que la comunicación es lo más importante. Baste decir que para recuperar la plena confianza de los franceses, la institución judicial necesitará, en términos de libertad de expresión, más que un endurecimiento de principios, la tediosa aplicación cotidiana de una ética.

Avatar
Your Name
Post a Comment
Characters Left:
Your comment has been forwarded to the administrator for approval.×
Warning! Will constitute a criminal offense, illegal, threatening, offensive, insulting and swearing, derogatory, defamatory, vulgar, pornographic, indecent, personality rights, damaging or similar nature in the nature of all kinds of financial content, legal, criminal and administrative responsibility for the content of the sender member / members are belong.