China calificó el viernes de "infundadas" las conclusiones de los expertos de la ONU que acusan a Pekín de haber obligado a cientos de miles de tibetanos a someterse a programas de "formación profesional" que podrían conducir a trabajos forzados.
“Según los informes, cientos de miles de tibetanos han sido desplazados de su vida rural tradicional a trabajos poco calificados y mal pagados desde 2015, bajo un esquema descrito como voluntario. Pero, en la práctica, su participación habría sido forzada”, denunciaron este jueves los seis relatores en un comunicado de prensa.
El Tíbet, respondió Beijing el viernes, “goza de estabilidad social, desarrollo económico, unidad étnica, armonía religiosa, y la gente (allí) vive y trabaja en paz”. "Los llamados temores del mecanismo especial de expertos son completamente infundados", continuó la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Mao Ning. “Instamos a estos expertos a respetar los hechos básicos” y a no convertirse en “cómplices de ciertas fuerzas antichinas”, continuó.
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Estos expertos, incluidos los relatores sobre las formas contemporáneas de la esclavitud, Tomoya Obokata, sobre cuestiones de las minorías, Fernand de Varennes, y sobre el derecho al desarrollo, Saad Alfarargi, tienen el mandato del Consejo de Derechos Humanos pero no hablan en nombre de la ONU. . Afirman que estos programas de "transferencia de mano de obra" y "formación profesional" en el Tíbet "amenazan la identidad tibetana" y "pueden conducir a una situación de trabajo forzoso".
El Tíbet ha sido administrado con puño de hierro por China desde la década de 1950. Muchos tibetanos en el exilio lo acusan de medidas represivas y torturas y afirman que busca borrar su cultura. Según los seis relatores, los centros de formación profesional practican principalmente “el adoctrinamiento cultural y político en un entorno militarizado”. Por lo tanto, a los tibetanos participantes se les impediría usar el idioma tibetano y se les disuadiría de exhibir su identidad religiosa.
