En 2022, las escasas precipitaciones y nevadas de primavera y verano, combinadas con los picos de calor, tuvieron un fuerte impacto en la sequedad del suelo, los niveles freáticos y el caudal de los ríos. Estos últimos sufrieron caudales bajos (caudales mínimos) particularmente severos: 1261 estaban incluso completamente secos el 1 de agosto de 2022, señala el Consejo Superior para el Clima en su informe anual. Resultado: más de 2000 municipios experimentaron tensiones de agua potable durante el verano y la producción hidroeléctrica cayó un 20% en el conjunto del año en comparación con el promedio de 2015-2019.
El HCC recuerda que el “desecación, el aumento de la temperatura y el deterioro de la calidad de los pequeños ríos es una tendencia que se observa desde 2012”, fecha en la que se inicia el seguimiento sistemático del estado de salud de nuestros ríos. Y esta tendencia debería aumentar en las próximas décadas: según la Oficina de Investigación Geológica y Minera (BRGM), el caudal medio anual de los ríos en Francia podría caer entre un 10 y un 50 % para 2050, lo que afectaría a los ecosistemas, el suministro de agua potable o la producción de electricidad.
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