Italia se ha retirado del controvertido acuerdo con China sobre las Nuevas Rutas de la Seda, cuatro años después de unirse a él, dijo el miércoles una fuente del gobierno de Giorgia Meloni. La decisión de abandonar este faraónico proyecto de infraestructura marítima y terrestre lanzado por China en 2013 fue comunicada a Pekín hace tres días, según el diario italiano Corriere della Sera. Roma se retiró para “mantener abiertas las vías del diálogo político”, dijo una fuente gubernamental.
En 2019, Italia, hundida bajo el peso de su deuda pública, se convirtió en el único país del G7 que participó en este enorme programa de inversiones de Pekín, calificado por sus opositores como un caballo de Troya destinado a obtener influencia política. Antes de llegar al poder a finales de 2022, la primera ministra Giorgia Meloni consideró que esta adhesión era un “grave error”.
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Este ambicioso proyecto valorado en 2 billones de dólares, lanzado hace 10 años bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, tiene como objetivo mejorar los vínculos comerciales entre Asia, Europa, África e incluso más allá mediante la construcción de puertos, ferrocarriles, aeropuertos o parques industriales. Este programa, al que adhieren más de 150 países, según Beijing, también es criticado internacionalmente por la peligrosa deuda que impone a los países pobres. La adhesión de Roma "no produjo los resultados" esperados por la tercera economía de la zona del euro, estimó en septiembre el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani.
El proyecto, cuyo nombre oficial es “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, incluía la construcción de líneas ferroviarias de alta velocidad que atraviesan el sudeste asiático y la realización de transporte, energía e infraestructura masiva en toda Asia Central. La falta de transparencia sobre los detalles de este acuerdo ha alimentado la desconfianza de los aliados de Roma, mientras que Washington y la Unión Europea habían expresado su preocupación en 2019. El acuerdo debía renovarse automáticamente en marzo de 2024, salvo en caso de retirada antes de finales. de 2023.
El tema es delicado para Roma, que intenta no ofender a Pekín para evitar represalias contra las empresas italianas, debilitadas por la pandemia del coronavirus y afectadas por las sanciones adoptadas contra Rusia tras la invasión de Ucrania. En mayo, Giorgia Meloni afirmó que aún no se había tomado ninguna decisión sobre este tema, “que debe tratarse con mucha cautela”. En septiembre, durante la cumbre del G20 en Nueva Delhi, declaró que una retirada italiana “no comprometería las relaciones con China”.
Los expertos señalaron que otras grandes economías europeas, como Alemania y Francia, no se han sumado al proyecto pero han firmado importantes acuerdos comerciales y de inversión con Beijing.
