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“No entendemos”: desaliento tras el anuncio del cierre de la fábrica de Pépito en Château-Thierry

En Château-Thierry, una vez cruzado el Marne, un olor a chocolate acaricia las fosas nasales de los transeúntes.

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“No entendemos”: desaliento tras el anuncio del cierre de la fábrica de Pépito en Château-Thierry

En Château-Thierry, una vez cruzado el Marne, un olor a chocolate acaricia las fosas nasales de los transeúntes. Situada a orillas del río, la fábrica Lu difunde su perfume en la localidad de Aisne desde 1931. Propiedad del grupo Mondelez desde 2012, produce las famosas galletas Pépito, marca registrada de la histórica fábrica. Pero el dulce aroma del cacao irá desapareciendo poco a poco de las calles del centro de la ciudad.

En un comunicado de prensa publicado el 31 de enero, el grupo Mondelez anunció el cierre gradual de su fábrica de Château-Thierry. El gigante agroalimentario destaca "una inflación de costes sin precedentes, así como la creciente competencia de los productos alimentarios de marca privada" y la necesidad de "salvaguardar su competitividad en Francia en un contexto inflacionario".

Sébastien Eugène, alcalde de esta ciudad de 15.000 habitantes, sigue sufriendo el golpe. "Estoy muy furioso. Esto es completamente contrario al discurso de la empresa en los últimos años”, critica el representante electo del Partido Radical. En 2023, Amélie Vidal Slimi, presidenta de Mondelez Francia, vino a celebrar el 90º aniversario de la fábrica de Belin, convertida posteriormente en LU antes de pasar a estar bajo el control de la multinacional americana. “Château-Thierry, más de 90 años y aún igual de competente”, se podía leer en una presentación interna proyectada durante el viaje. “Luego nos anunció su deseo de invertir, de relanzar el sitio”, recuerda con amargura Sébastien Eugène. Desde 2019 estamos en esta dinámica. Mientras hablamos, todavía se están construyendo tinas de chocolate”.

Para Château-Thierry, es la desaparición de un símbolo. La ciudad se construyó alrededor de la fábrica. Construidos por Gustave Belin entre guerras, los almacenes del número 10 de la rue Henri-Petit acogieron a más de 1.700 trabajadores en su apogeo de actividad en los años 1970. “Todo el mundo conocía a alguien que trabajaba en Belin. Hoy nos encontramos con un terreno baldío en pleno centro de la ciudad”, se enfurece el alcalde.

El prefecto también tomó la iniciativa. "Si no se presenta ningún comprador, el prefecto de Aisne estudiará atentamente la posibilidad de someter a la empresa a obligaciones de revitalización del territorio, para que contribuya a la recreación de actividades y al mantenimiento de los puestos de trabajo en el territorio". advirtió la prefectura en un comunicado de prensa.

Por parte de los empleados hay incomprensión. “No lo entendemos”, repite incansablemente David Romedenne, representante del personal y sindicalista de la CFDT. Hoy nos dicen que somos más rentables”. Este es el principal argumento esgrimido por Mondelez en su nota de prensa. Según el grupo, la producción en Château-Thierry costaría de media “el doble que en otras plantas del resto de Europa”, sin perspectivas de mejora. “¿Se nos han dado los medios para ser rentables? Como empleado, diría que no”, se lamenta David Romedenne.

Pero él, al igual que otros dirigentes sindicales, quiere creer en un cambio de rumbo. Dominique Bocquillon, líder del sindicato local de la CGT, pide “que se estudie seriamente una solución de reorientación industrial” antes de cualquier plan de protección del empleo. En la fábrica de Château-Thierry todavía trabajan 60 empleados, “pero también se contrata a trabajadores con contratos de duración determinada o temporales”, añade Sébastien Eugène, elevando a 80 el número de personas afectadas por este cierre gradual. Además, Mondelez anuncia la creación de 27 puestos de trabajo en su fábrica de La Haye-Fouassiere, en Loira Atlántico, “ofrecidos principalmente a los empleados de Château-Thierry”.

“Es posible que Belin encuentre una solución para fabricar galletas específicas de Château-Thierry”, continúa Dominique Bocquillon antes de añadir: “Y por qué no, llamarlas “Les Castels””, haciéndose eco de la gentileza de Château-Thierry. Quizás podrían ser de chocolate, para que el olor a cacao siga coqueteando con las fosas nasales de los transeúntes.

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