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La Fundación Abbé Pierre alerta de “la gravedad” de la crisis inmobiliaria

La “bomba social” de la vivienda ha estallado debido a la “magnitud y gravedad” de la crisis en 2023, advierte el miércoles la Fundación Abbé Pierre en su informe anual, 70 años después del llamamiento de solidaridad de su fundador hacia las personas sin hogar.

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La Fundación Abbé Pierre alerta de “la gravedad” de la crisis inmobiliaria

La “bomba social” de la vivienda ha estallado debido a la “magnitud y gravedad” de la crisis en 2023, advierte el miércoles la Fundación Abbé Pierre en su informe anual, 70 años después del llamamiento de solidaridad de su fundador hacia las personas sin hogar. “El año 2023 seguirá siendo el del alarmante agravamiento de la crisis inmobiliaria y, ante ello, el gobierno continúa una política de austeridad, lo que para nosotros es un error fundamental”, resumió durante una rueda de prensa Christophe Robert, delegado general de la Fundación Abbé Pierre (FAP). Esta sombría observación afecta en primer lugar a los más vulnerables, es decir, las 330.000 personas sin hogar, que se han más que duplicado en diez años, pero también a los 4,2 millones de personas mal alojadas.

Cada tarde de otoño, los 115 rechazaron en Francia a más de 8.300 personas por falta de plazas de alojamiento de emergencia, entre ellas 2.800 menores, frente a 6.300 en 2022, a pesar del aumento del número de plazas. Si el acceso a las viviendas de emergencia se ha visto congestionado en algunos años, incluso fuera del período invernal, se debe en particular a que el acceso a las viviendas sociales "ha experimentado una caída repentina", señala el informe. Un total de 2,6 millones de hogares están esperando una vivienda social, pero las personas que viven con menos de 500 euros al mes han visto, paradójicamente, cómo su tasa de éxito disminuyó del 22% al 12% entre 2017 y 2022.

Si esta crisis inmobiliaria no tiene precedentes, según la Fundación, es porque ahora afecta a todos, incluidos los posibles compradores que ya no pueden pedir prestado debido al meteórico aumento de los tipos de interés hipotecarios desde 2022. con increíble fuerza y ​​rapidez” todos los sectores de actividad al mismo tiempo: construcción, compraventa y alquiler, vivienda social. “Vemos empleados bloqueados en su movilidad, empresas que luchan por contratar personal, hogares que se enfrentan a una oferta de alquiler privada cada vez menor bajo la presión de los alquileres turísticos y de segundas residencias, jóvenes que abandonan sus estudios por falta de alojamiento, solicitantes de viviendas sociales que compiten cada vez más, ”, enumera Christophe Robert.

Ante esta constatación, la Fundación lamenta “la ausencia de una respuesta real por parte del Gobierno” o de propuestas “que no aborden las causas de la crisis”. Esto se explica por una “disputa de diagnóstico” entre los actores locales y el Estado, que anticipa una caída del crecimiento demográfico o sobreestima las capacidades del parque de viviendas. Un corolario de esta crisis, la vivienda “indigna”, donde perjudica la salud, la seguridad o la dignidad humana, pesa más que nunca en la vida cotidiana de los más modestos. Este "tugurio" poco visible de Francia, que somete a "más de un millón de personas" a condiciones de vida "muy difíciles", sigue siendo el "pariente pobre de la acción pública", subraya la Fundación, reconociendo que el proyecto de ley adoptado la semana pasada sobre el tema “vamos en la dirección correcta”.

“La vivienda indigna no es simplemente obsolescencia, envejecimiento, problemas técnicos de la vivienda”, sino “es el encuentro entre el deterioro de los edificios y la trayectoria de los hogares en dificultades”, analiza Manuel Domergue, director de estudios de la FAP, recordando que las viviendas pobres Los alojados están dispuestos a “aceptar cualquier cosa antes que la calle”. El martes, el primer ministro Gabriel Attal prometió un “shock de oferta” para responder a la crisis, que debería traducirse en particular en un apoyo a la vivienda intermedia, con alquileres ligeramente inferiores a los del mercado, para ayudar a las clases medias. Pero para el FAP, esto significa olvidar a "tres cuartas partes de los solicitantes de viviendas sociales", que esperan "viviendas muy sociales".

Recordando que la vivienda “aporta 88,3 mil millones de euros a los ingresos fiscales” para “38,2 mil millones en gastos”, el FAP pide aumentar el esfuerzo público en materia de vivienda, que “nunca ha sido tan bajo” desde 2010. Propone hacer más efectiva la lucha contra las personas sin hogar una prioridad nacional, relanzar la financiación de la vivienda social, generalizar el control de los alquileres, revalorizar la asistencia personalizada a la vivienda (APL) y no privarse, como decía el Abbé Pierre, para quien “gobernar es ante todo alojar a su gente”.

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