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La diócesis de Burdeos se reorganiza ante la escasez de sacerdotes y la crisis de vocaciones

Le Figaro Burdeos.

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La diócesis de Burdeos se reorganiza ante la escasez de sacerdotes y la crisis de vocaciones

Le Figaro Burdeos

El proceso iniciado por el predecesor de Mons. Santiago, hace 30 años, concluirá en la fiesta de San Andrés, el 30 de noviembre. Después de haber agrupado, en 1993, las 540 parroquias históricas de la diócesis de Burdeos en 62 sectores parroquiales, el obispo ratificó esta redistribución creando 57 nuevas parroquias. Y con razón: en tres décadas, el número de sacerdotes que ejercen el ministerio en la diócesis de Burdeos ha disminuido un 47%. Mientras que Roma contaba con 408 sacerdotes, incluidos 334 activos en la diócesis en 1995, el 1 de octubre de 2022 ya sólo quedaban 229 para administrar 610 campanarios. Sólo 157 de ellos, menores de 75 años, tienen un cargo en la diócesis. Una cifra a la que hay que sumar los 34 sacerdotes que llegaron como refuerzo y se hicieron indispensables, la mayoría de ellos procedentes de una diócesis africana.

“Esta reorganización es consecuencia de una reducción de nuestros medios y de nuestras fuerzas, que llevó al deseo de aligerar las estructuras. El hecho de que haya menos sacerdotes no puede depender sólo de los que están allí y que no pueden soportar todo el peso... Por eso es necesario que los laicos asuman la responsabilidad”, admite monseñor James. Y para implicar a los fieles en las iglesias, el obispo de Burdeos pidió a los sacerdotes que se doten de un equipo de animación pastoral (EAP) antes del 30 de noviembre. En las 55 parroquias que han sabido responder a este impulso inspirado por el sínodo sobre la sinodalidad (participación de los bautizados, llamados laicos, en la actividad eclesial), este grupo compuesto por cinco a siete personas tiene la función de apoyar al sacerdote en su acción y ayudarle a construir un proyecto misionero. “Consiste en preguntarnos cómo hacer más y mejor para evangelizar”, explica Marie-Hélène Dubois, feligresa miembro de la EAP piloto, que trabajó en esta reorganización durante dieciocho meses.

Aunque el número de sacerdotes está disminuyendo, la diócesis de Burdeos está lejos de desaparecer. La pasada Semana Santa recibieron el bautismo 124 adultos y más de 200 adolescentes. Un aumento en el número de catecúmenos y un fenómeno que continúa. En Castillon-la-Bataille, un municipio de 3.070 habitantes, hay 20 adultos que se preparan misteriosamente desde septiembre tras un simple cartel colgado en la puerta de la iglesia por el sacerdote. En Saint-Émilion, 40 personas participan en la catequesis para adultos, mientras que el 1 de abril nació un nuevo centro de día gestionado por la sociedad Saint-Vincent de Paul y la Orden de Malta en el centro de atención de Saint-Émilion Flower en Burdeos.

Un dinamismo que el obispo pretende promover: “Estamos reduciendo el número de parroquias, pero no se reduce el territorio de la diócesis (una de las más grandes geográficamente de Francia, ndr.). Nuestra preocupación es promover y fomentar lo que da vida a la diócesis y, para ello, aliviar las estructuras porque la fe ya no se vive como lo hacían nuestros abuelos”. Sin embargo, en una diócesis donde el seminario cerró en 2019 por no tener suficientes estudiantes, esto exige implicar aún más a los laicos en la gestión de las parroquias. En otras palabras, si sólo los sacerdotes pueden celebrar misas y administrar los sacramentos, los fieles están fuertemente invitados a asumir la responsabilidad de los preparativos de los matrimonios y es cada vez más común que sean ellos los responsables de “facilitar los funerales cuando sea posible”.

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Para evitar el problema de las parroquias rurales con decenas de campanarios (donde los fieles se pierden porque la misa cambia de lugar cada domingo), la diócesis de Burdeos también ha decidido estructurar esta práctica. En cada nueva parroquia, la misa dominical se celebrará sistemáticamente en la misma iglesia y a una hora determinada. Una decisión que no implica el cierre de las capillas municipales que no hayan sido elegidas. Allí se seguirán celebrando misas entre semana, los sábados por la noche y algunos sacramentos.

“La analogía para comprender mejor lo que está sucediendo son las comunidades de municipios”, explica el vicario general de la diócesis de Burdeos, el padre Samuel Volta. “Estas operaciones de reestructuración son siempre muy delicadas y esto genera preocupación, especialmente en la zona de Burdeos, donde las iglesias todavía tienen identidades muy fuertes. Tenemos que lamentar la pérdida de una antigua forma de trabajar, no es sólo un ajuste administrativo”, insiste el padre. Para volver a los viejos tiempos, se necesitarían muchos más sacerdotes. “La diócesis está sufriendo. En 2018, la crisis de abuso sexual en la Iglesia nos arrastró bajo el agua. Hemos tocado fondo, pero nos estamos recuperando. Este año tenemos algunas señales de aliento con tres jóvenes en propedéutica (año de discernimiento previo a la entrada en el seminario, ndr.)”, confiesa la mano derecha del obispo. Otro rayo de esperanza para la diócesis: 20 jóvenes siguen el curso Juan Pablo II, que consiste en reflexionar durante diez fines de semana sobre la propia vocación.

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