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Industria: el gobierno extiende la alfombra roja a las inversiones verdes

Es el evento dentro del evento.

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Industria: el gobierno extiende la alfombra roja a las inversiones verdes

Es el evento dentro del evento. Los ministros de Economía, Bruno Le Maire, y de Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, forman el vínculo entre el Foro de París para una Descarbonización Profunda y la Infraweek de París, que reúne a los actores del mundo de las infraestructuras. ¿La meta? Incentivar a los inversores extranjeros a invertir en grandes proyectos vinculados a la descarbonización de la industria. “La cuestión de la financiación es estratégica. El proyecto de ley de finanzas prevé un aumento de 7 mil millones de euros en las sumas destinadas a la descarbonización”, recuerda el gabinete de Bruno Le Maire. Frente a las ambiciones de Francia, se necesitan más recursos. Las necesidades se estiman, en el informe Pisany-Ferry, entre 60 y 70 mil millones de euros al año para liderar la transición energética.

“Francia se encuentra entre los países más ambiciosos en términos de descarbonización, con el objetivo de reducir nuestras emisiones de CO2 en un 55% en 2030 con respecto a 1990. Estos objetivos se pueden lograr asumiendo una ecología de progreso técnico, innovación y reindustrialización, recuerda Bercy. La sobriedad no es suficiente, la decadencia es decadencia”. Algunos proyectos ya son conocidos, y relativamente avanzados, como el despliegue del “Battery Valley” en el Norte, con la instalación de dos gigafábricas dedicadas a su fabricación, o el desarrollo del sector eólico, de nuevo con fábricas en Francia, que del hidrógeno por electrólisis, o el de la captura y almacenamiento de dióxido de carbono. Los objetivos son conocidos, fueron definidos por los grupos de trabajo que trabajaron en la estrategia energética-climática francesa: construir seis nuevos reactores nucleares (EPR2), desarrollar energía nuclear innovadora (SMR/AMR), tener una capacidad de producción de 18 GW de La energía eólica marina en 2035, multiplicar por cinco la fotovoltaica para alcanzar entre 75 y 100 GW...

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Para animar a fabricantes e inversores a centrarse en tecnologías que no están todas maduras, el Estado se apoya en dos pilares. El primero es el de una normativa “atractiva, sencilla y muy visible”. Se presenta una batería de textos, todos ellos destinados a fomentar el gasto en descarbonización, en particular la ley de industria verde, adoptada el lunes por la tarde por el comité conjunto, y la ley para acelerar las energías renovables (conocida como Aper). Y otros tres textos muy esperados deberían llegar en los próximos días o semanas: el programa energético plurianual y la estrategia nacional baja en carbono, enmarcada en ley. Estos textos regulatorios también pretenden hacer que los inversores olviden los numerosos obstáculos que pueden interponerse en su camino, a veces con una fuerte oposición. “Los retrasos administrativos ya se han reducido a la mitad”, subraya el despacho de Agnès Pannier-Runacher.

El segundo pilar es el de la mancomunación de riesgos entre el Estado y los actores privados. “El Estado no puede hacerlo todo, pero su papel es reducir los riesgos”, añade Bercy. El ejemplo más conocido es el de las licitaciones de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) para el despliegue de parques eólicos, que fijan un precio de compra de la electricidad producida en el largo plazo. Este principio ayuda a reducir los riesgos que asumen los inversores. Se pondrán en marcha mecanismos para proyectos de captura y almacenamiento de CO2, otra herramienta de descarbonización, basada en el principio de contratos por diferencia (CFD). Se fija un precio por tonelada de CO2; abajo, el operador recibe una compensación, y arriba, el Estado recibe la diferencia.

Finalmente, el Estado ha establecido un régimen de garantía para los contratos de suministro de energías renovables. Estos contratos de suministro (PPA) se firman entre productores de electricidad (EDF, Engie, pero también las numerosas alternativas) e industriales. Generalmente funcionan durante 10 a 15 años, con un precio de la electricidad determinado para este período. El riesgo para el proveedor es ver desaparecer a su cliente durante la duración del contrato. La garantía del Estado garantiza el pago de al menos una parte de las cantidades adeudadas en caso de impago del cliente. Es una forma eficaz de apoyar a los inversores. El primer contrato de este tipo lo firmó Bonduelle. Se trata del suministro de electricidad solar a uno de sus emplazamientos.

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