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Bomberos, enfermeros, carteros... deben “mostrar sus credenciales” para entrar en las ciudades de Marsella

Le Figaro Marsella.

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Bomberos, enfermeros, carteros... deben “mostrar sus credenciales” para entrar en las ciudades de Marsella

Le Figaro Marsella

La escena quedó grabada en la memoria de Myriam*, enfermera del hospital público encargada de atender a los pacientes en sus domicilios. “Fui a una farmacia local a comprar medicamentos con un colega. Llegó un joven en una scooter y nos preguntó: “¿Qué queréis?” Le hicimos frente y acabó por marcharse. Pero ¿qué hubiera pasado si hubiera tenido un cuchillo?”, recuerda enfadada.

Desde hace unos quince años, esta cuarentón que trabaja en los barrios del norte de Marsella ha sido testigo, impotente, de un deterioro real de sus condiciones de trabajo en el campo. Le confiesa a Le Figaro que es regularmente blanco de intimidaciones y “amenazas” por parte de vigías y traficantes de drogas que se han apoderado de sus lugares de intervención. “Estos jóvenes ya no tienen ninguna consideración por los pacientes y sus cuidadores. Cuando no nos rechazan simplemente, siempre debemos mostrar nuestras credenciales abriendo nuestro auto, presentando nuestra blusa o placa”, dice.

“También recibimos amenazas físicas: algunos concesionarios nos dicen que han “descubierto” nuestros coches sin identificación. Se vuelve complicado tratar a personas en estas condiciones”, lamenta Myriam. “Es difícil entrar en muchos barrios, como Oliviers A, Félix Pyat o Parc Kalliste. Con demasiada frecuencia, los profesionales son, en el mejor de los casos, devueltos al remitente y, en el peor, atacados”, confirma Kader Benayed, secretario general de SUD Santé, que trabaja en el centro hospitalario Édouard Toulouse. “Se ha creado una especie de desconfianza y ya no disfrutamos de inmunidad en el lugar; los comerciantes sospechan que los cuidadores son agentes de policía. Estos nuevos fenómenos están minando nuestro trabajo”, lamenta.

Estos incidentes también se extienden a los numerosos profesionales que viajan diariamente a estos barrios que se sabe que son difíciles de llevar a cabo sus misiones de servicio público. En una investigación publicada por La Provence, numerosos bomberos que trabajaban en los distritos del norte de la ciudad de Marsella reventaron el absceso y admitieron que los camiones serigrafiados eran abiertos periódicamente por los vigías para realizar “controles”. Hechos conocidos por la jerarquía del batallón de bomberos de Marsella, que confirmó a Le Figaro que se enfrenta a "personas que pueden perturbar" sus intervenciones en todo tipo de barrios, incluidas las ciudades. El batallón se negó a hacer más comentarios, citando un fenómeno "común a muchas profesiones en Francia".

Los carteros, una de esas profesiones que aseguran un “vínculo social” con los habitantes de los barrios, se vieron incluso obligados durante un tiempo a hacer su ronda muy temprano por la mañana para evitar encontrarse con las miradas de los vigías. “En estos barrios, la entrega del correo se realiza desde hace mucho tiempo muy temprano en la mañana. Hasta 2018, algunas asociaciones de vecinos incluso acompañaban a los carteros para ayudarles en sus recorridos”, relata Yann Remlé, representante del personal de SUD PTT 13 y cartero profesional.

“La Poste decidió poner fin para hacer economías de escala, justificando que no había ninguna razón para que estos barrios se beneficiaran de un apoyo específico”, susurra, aunque reconoce que los casos de robo de correo o de ataques a carteros son raros. “La Poste optó por subcontratar la distribución de sus paquetes y confiarla a subcontratistas para protegerse. "Ha abandonado así sus misiones en estos barrios, que poco a poco se van quedando privados de sus servicios públicos", lamenta.

Una observación compartida por las asociaciones de vecinos, testigos de esta lenta erosión. Si bien hoy están libres de narcotraficantes, las calles de La Paternelle estuvieron durante un tiempo desiertas por los profesionales sanitarios debido a los repetidos tiroteos que provocaron la muerte de numerosos vigías en 2023. “Fue especialmente complicado para los médicos y los bomberos. En cuanto les mencionamos el nombre de La Paternelle, dudaron en venir”, dice Fadela, presidente de la asociación “Jeunes Renaissance”, establecida en la ciudad desde hace varios años.

“Es una forma de operar bien establecida: los servicios públicos ya no son aceptados en estos barrios. Esto es muy grave: cuando ya no hay médicos, bomberos o psicólogos, se produce una ruptura en la igualdad de acceso a la atención y es un punto de no retorno. El Estado está fracasando y los narcotraficantes se aprovechan de ello para ser vistos como bienhechores entre los vecinos del barrio”, subraya con amargura.

“Cuando nos amenazan en el campo, nos quejamos a la dirección, luego paramos unos días, pero acabamos volviendo a hacer nuestro trabajo. Excepto que no me hice enfermera para recibir un tiro en la cabeza”, protesta Myriam, que decidió correr “menos riesgos” limitando sus viajes a estos barrios. “Hace unos años estábamos encantados de ir a la ciudad a ver pacientes. Ahora estamos pensando en preservarnos. Pero si empezamos a protegernos, abandonamos el barco”, afirma.

*El nombre ha sido cambiado.

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