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Descortesía o responsabilidad del ayuntamiento: ¿por qué las calles de París están llenas de abetos?

Si eres parisino o usuario de la capital, ten cuidado de no tener los ojos pegados al smartphone en plena calle.

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Descortesía o responsabilidad del ayuntamiento: ¿por qué las calles de París están llenas de abetos?

Si eres parisino o usuario de la capital, ten cuidado de no tener los ojos pegados al smartphone en plena calle. Desde hace varios días, los abetos pululan por las aceras tras el final de las vacaciones de Navidad. Sin embargo, la ciudad de París ha puesto en marcha una operación “reciclemos nuestros árboles” desde el 2 de enero (hasta el 20 de enero), y 176 puntos de recogida están repartidos en los 20 distritos.

Sin embargo, está claro que la iniciativa de colocar su árbol en un punto dedicado no es seguida por todos. En las redes sociales, publicaciones informan sobre calles parisinas donde los abetos se amontonan unos encima de otros, bloqueando el paso de los transeúntes. Los internautas señalan la responsabilidad del ayuntamiento y de su concejal, Anne Hidalgo, la más irritante añadiendo que este problema tiene el mérito de devolver un poco de verdor a la capital.

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Marc, que vive en el distrito 18, afirma haber buscado una plaza durante 15 minutos en su barrio. “Estoy en muy buena forma y podía caminar con el árbol al hombro”, afirma este hombre de cuarenta años. “Pero si me pongo en el lugar de una persona mayor o de otras personas que tienen dificultades para desplazarse, me digo a mí mismo que no es posible”. Este miércoles por la mañana se encontró con “cinco abetos tirados al azar” cuando iba a llevar a su hija al colegio. “La ciudad del cuarto de hora tarda media hora”, bromea.

Salvo en algunos barrios, esta crítica a las distancias entre los distintos puntos parece exagerada a la vista del mapa disponible en la web del ayuntamiento. La mayoría de los sitios están ubicados en plazas, parques y jardines. El problema es que en invierno las horas se reducen y los trabajadores se quedan estancados. Paul, que afirma haber encontrado "muchos abetos arrojados en medio de la calle" en su barrio de Pigalle (distrito 9 y 19), realizó la escena en la plaza de Anvers. “Terminé después de las 6 p.m., así que las puertas estaban cerradas. Tuve que subir las puertas puntiagudas para colocar el árbol delante de mi hija”, dice. Antoine Guillou, teniente de alcalde de París encargado del reciclaje, contactado, estima que “el rango temporal es bastante amplio sobre los 176 puntos”. “Un número importante de ellos están abiertos las 24 horas del día”, apunta.

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La verdadera razón estaría más bien en la falta de buenos modales entre algunos parisinos. “Aunque pueden llevárselas a casa, están visiblemente menos motivados por la idea de traer las coníferas para reciclarlas”, lamenta también Antoine Guillou. “Hay quienes ponen bolsas alrededor del árbol para evitar que le caigan espinas pero lo dejan justo delante de su casa”, suspira Marc.

En el distrito 17, en el cruce de las calles Aublet y Laugier, Stéphanie ha visto crecer en los últimos días una imponente pila de árboles. “Se ha convertido en un vertedero, pero este año veo gente poniéndolo en todas partes, sin intentar agruparlo”. Los compara con “cerdos” y los considera “indefendibles, ya que el ayuntamiento ha llevado a cabo una clara campaña de carteles”.

“Me molesta”, exaspera Paul. "Este ejemplo dice mucho sobre la forma en que los residentes abordan la convivencia". Lo ve como “una señal de desprecio”. “El reflejo de tirar cualquier cosa que se interponga en mi camino sin pensar y sin pensar en las personas que trabajan detrás para recogerlo me supera. Estas personas se dicen a sí mismas: '¡Alguien recogerá mi árbol!'

Antoine Guillou confirma que los vertidos ilegales “se recogen en un plazo de 24 a 48 horas” y perturban “los servicios municipales”. Estos últimos “dejan sus tareas habituales” destacando vehículos para estas misiones. Finalmente, estos árboles no se pueden convertir en abono ni reciclar.

La solución probablemente implicaría multas más regulares para contrarrestar estas incivilidades. El vertido ilegal de abetos se castiga con una multa de hasta 135 euros, pero a la policía le resulta difícil atrapar a quienes no respetan la norma en el acto. “Cuando ves a alguien balanceando su árbol, tienes que alinearlo”, se enfurece Marc. "Debemos dejar de ser demasiado benevolentes y tratar de tener un impacto real para detener este fenómeno". El diputado encargado de todas las cuestiones relativas a la limpieza de los espacios públicos prefiere pedir "civismo" a todos. "No podemos tener un policía municipal detrás de cada árbol", susurra el funcionario electo.

Por su parte, el municipio afirma que el año pasado se recogieron 114.247 abetos y se transformaron en 2.500 m3 de material triturado. Los parisinos tienen hasta el 20 de enero para depositar sus coníferas en las zonas de recogida, y pueden descubrir los diferentes lugares en el sitio web del ayuntamiento.

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