La deuda pública de Francia superó el umbral simbólico de los 3 billones de euros por primera vez en el primer trimestre, ascendiendo al 112,5 % del producto interior bruto (PIB), frente al 111,8 % de finales de diciembre de 2022, indicó este viernes por la mañana el INSEE .
La deuda pública del país, que ha aumentado enormemente desde la crisis sanitaria, aumentó aún más en 63.400 millones de euros hasta alcanzar los 3.013.400 millones en valor absoluto a finales de marzo, detalló el Instituto Nacional de Estadística.
Estas cifras, por impresionantes que sean, no significan mucho desde el punto de vista financiero. Las cuentas públicas de un Estado son, de hecho, siempre consideradas por los inversionistas en relación con las de sus pares. Y desafortunadamente, la comparación no es halagadora para París. Hace diez años, al final de la crisis de la deuda soberana, con una deuda sobre el PIB del 90,6 %, Francia era vista como un estudiante perfecto en la clase media, con una puntuación pegada a la media de la zona euro (90,7 %). . La historia es bien diferente a finales de 2022: la deuda francesa sobre el PIB asciende al 111,6 %, diez puntos más que la media de los Estados de la zona euro (91,6 %).
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¿Cómo explicar semejante cambio en una década? Sencillamente porque Francia no hizo ningún esfuerzo sustancial durante el período para tratar de racionalizar su gasto público mientras sus vecinos se tomaban el tema mucho más en serio. “¡Si Francia es el país que menos esfuerzo hace con su deuda, eventualmente se notará!” se alarmó, hace un año en nuestras columnas, el presidente del Tribunal de Cuentas, Pierre Moscovici. La presentación en primavera por parte de todos los Estados de sus trayectorias públicas para los próximos años fue la ocasión de esta toma de conciencia. París fija, a pesar de la reforma de las pensiones y el ahorro prometido, objetivos mucho menos ambiciosos. En 2026, según sus proyecciones, Francia sería el único gran estado europeo que no registraría un déficit del PIB inferior al 3%.
