En la India, la fiesta de Diwali (o Divali) celebra la victoria de la luz sobre la oscuridad, del bien sobre el mal, del conocimiento sobre la ignorancia. En esta ocasión los hindúes celebran con fuerza y esplendor. Cientos de velas adornan las ventanas y los parapetos de las casas, en sus umbrales se dibujan rangolis hechos de polvos de colores, las mesas se llenan de dulces, guirnaldas luminosas adornan la entrada de los templos, petardos y fuegos artificiales estallan por toda la noche.
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También es una celebración familiar acompañada de un festín, nuevos atuendos y el intercambio de regalos. Se prepara semanas antes mientras se limpian las casas desde el suelo hasta el techo. Las amas de casa se arman de escobas, cepillos y cabezas de lobo para quitar el más mínimo grano de polvo. Se vacían los armarios, se limpia la ropa y se lavan los platos. Todo debe brillar para la celebración de la renovación.
La fecha de Diwali cambia cada año. Se determina según la posición de la luna nueva en el mes de Kartika, a caballo entre los meses de octubre y noviembre. Este año, las celebraciones comienzan el 23 de octubre.
Si el origen de Divali es religioso, ningún sacerdote o gurú puede afirmar con certeza la leyenda a la que se refiere. Para algunos, Divali marca la victoria del dios Rama sobre el demonio Ravana. Los habitantes de Ayodyah, el hogar de Rama, encendían muchas lámparas de aceite para mostrar el camino de regreso a su dios. Para otros, si el festival se celebra el día de luna nueva del mes de Kartika es porque es el cumpleaños de la Diosa Lakshmi. Por último, en ciertos estados del sur de la India, preferimos pensar que esta fiesta rinde homenaje a Krishna, que liberó a 16.000 mujeres rehenes de un rey malvado. Pero todos los hindúes están de acuerdo en que Divali es la fiesta más importante, la que marca la entrada del nuevo año.
En Jaipur. Se iluminan edificios y plazas para Divali y la ciudad premia al mercado mejor decorado. La factura de electricidad la cubre el gobierno de Rajasthan ese día.
En Varanasi. La ciudad más sagrada de la India ilumina sus ghats con miles de lámparas de aceite. Las mujeres vienen a verter leche al Ganges en homenaje al dios Ganesh, que ilustra la sabiduría y la prosperidad.
En Calcuta. La capital de Bengala Occidental se destaca por celebrar a Kali, la diosa de la muerte. Un erudito del siglo XVI asoció la celebración de la diosa con el festival de las luces en un intento de suavizar su imagen.
En Goa. La antigua colonia portuguesa adora a Krishna. Para Divali, los habitantes de Goa construyen grandes efigies de Nakasura que serán quemadas.
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