El primer ministro camboyano, Hun Manet, defendió el viernes su programa consistente en trasladar a miles de familias que viven cerca de los templos de Angkor, "un primer paso" necesario, según él, para la conservación del famoso yacimiento arqueológico. “Nosotros, en el siglo XXI, debemos unirnos para preservar y tomar medidas para que esta alma (en referencia a los templos de Angkor, nota del editor) permanezca viva durante miles de años más”, declaró. “Es un primer paso. Continuaremos”, añadió el líder, que sucedió a su padre Hun Sen en agosto.
La ONG Amnistía Internacional ha denunciado en repetidas ocasiones “desalojos forzosos” que violan los derechos humanos de muchas personas. El gobierno camboyano aceleró a finales de 2022 el realojamiento de 10.000 familias que residen en este sitio arqueológico clasificado como patrimonio mundial de la UNESCO, en terrenos situados un poco más lejos, antiguamente dedicados a la agricultura. "No es fácil desplazarse de un lugar a otro", admitió Hun Manet, de camino a Run Ta Ek, una de las dos ciudades creadas ex nihilo para los desplazados, donde faltan algunas infraestructuras básicas.
El programa, explicaron las autoridades, tiene como objetivo proteger la integridad del sitio, amenazado por la expansión de la actividad humana debido a los residuos generados y el uso excesivo de los recursos hídricos. Phnom Penh aseguró que su política se basa en acciones voluntarias y que la Unesco amenazó con eliminar a Angkor de su lista en caso de inacción. Dos afirmaciones desmentidas por Amnistía Internacional y la UNESCO, que declararon que nunca habían solicitado tal plan.
Los famosos templos de Angkor, testimonio del poder del imperio jemer entre los siglos IX y XIII y centro turístico del país, acogieron a más de dos millones de visitantes extranjeros en 2019, antes de la epidemia de Covid. Unas 120.000 personas vivían en los 400 km2 del área protegida en 2013, seis veces más que veinte años antes.
