Le Fígaro Nantes
Cuando el viernes pasado descubrió uno de sus majestuosos árboles tirado en el suelo, Jacques Dalibot no pudo evitar derramar algunas lágrimas. Tras el paso de la violenta tormenta Louis, uno de los tres pinos de Monterrey pertenecientes a este vecino de Saint-Père-en-Retz, en Loira Atlántico, no sobrevivió. “No tenía ninguna enfermedad, se encontraba muy bien. Podría haber vivido mucho tiempo”, lamenta su propietario a Le Figaro, tras hablar con Courrier du Pays de Retz.
En su magnífico parque de dos hectáreas, anexo a la mansión Gruais, que adquirió hace cinco años con su esposa, se suceden 29 temas vegetales notables. Entre ellos, destaca una secuoya gigante, un extraordinario tamarisco primaveral de posiblemente 400 años o incluso un ciprés de Lambert, que se distingue por una circunferencia de 5,40 m. Se trata de 40 centímetros más que el Pinus insignis, que cayó durante la noche del 22 al 23 de febrero y cuya altura total alcanzó los 25 metros.
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Según su propietario, el árbol fallecido data del siglo XVII. Para valorizar las diferentes especies del dominio, que desea abrir gratuitamente a todos* y que forma parte de la asociación regional de parques, jardines y paisajes de Pays de la Loire, Jacques Dalibot ha colaborado con especialistas que vinieron a inventariar de sus árboles. Este último le habría enseñado que “en el siglo XVII, los tres pinos indicaban la presencia de una capilla escondida al fondo del parque”. La renovación de dicha capilla corrió a cargo del matrimonio apegado a las antiguas piedras que, inicialmente, querían convertir la mansión en un centro de bienestar. “El árbol era originario de la costa suroeste de Estados Unidos, en California. La mayoría de nuestras esencias proceden de América. Llegaron desde Paimboeuf (situada a 10 kilómetros de distancia, ndr.), que era un puerto importante en aquella época”, añade Jacques Dalibot, terapeuta manual.
Coautor del libro Árboles notables en Saint-Père-en-Retz, Jean-Luc Morantin, que valora el patrimonio y la historia local, comparte la tesis geográfica. “Todo esto fue recogido por Paimboeuf, que era el puerto exterior de Nantes. Todos los barcos mercantes, directos o triangulares, descargaban allí sus mercancías y remontaban el Loira hacia Nantes. Además, “tenemos bastantes casas de carácter y castillos en el pueblo. Quien dice casas o castillos dice jardines. Por lo tanto, en la zona hay bastantes plantaciones y árboles viejos”, subraya el hombre que también es presidente de la asociación Saint-Père Histoire. Por otro lado, tras consultar con un experto que en una ocasión vino a recorrer la propiedad, el ex paisajista afirmó por su parte que el pino en cuestión habría sido plantado en la década de 1850.
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Aún así, tras la disputa sobre su edad exacta, esta especie está clasificada como “en peligro” en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Contactado, el comité francés de la UICN precisa que esta clasificación se refiere a “su área de distribución natural”, es decir, la costa suroeste de Estados Unidos y no Francia.
En memoria de este elemento de la historia arrastrado por las inclemencias del tiempo, Jacques Dalibot hubiera querido confiar su pino de Monterrey a un aserradero para transformarlo en una estatua*. Al no encontrarlo, busca a alguien a quien dárselo. La desaparición de la planta, sin embargo, no le desmotiva. Este amante de la naturaleza anuncia a Le Figaro que ha solicitado que uno de sus otros árboles, el pino piñonero (ver nuestra presentación de diapositivas), “un objeto de más de 200 años”, se convierta en un “árbol extraordinario” en 2024. El expediente está en progreso curso de instrucción.
*TEL: Puede comunicarse con el Sr. Dalibot al 02 51 18 66 56 para visitas o para recoger su árbol tirado en el suelo.
