Desde abril de 2022, los jóvenes lisboetas, así como los mayores de 65 años, disfrutan de acceso ilimitado a autobuses, metros y esos famosos tranvías amarillos. “Junto con Tallin en Estonia, somos la única capital europea y una de las pocas ciudades del sur de Europa que ha hecho gratuito el transporte público. Los resultados superan nuestras expectativas: poco más de 90.000 personas utilizan la nueva suscripción, frente a 70.000 a principios de año, o ya más de un ciudadano de cada ocho, y hemos visto un fuerte aumento desde el inicio del año escolar. Esperamos que nuestro ejemplo inspire a otras ciudades”, explica Carlos Moedas, alcalde de Lisboa.
Si el objetivo principal de la medida es reducir las emisiones en esta ciudad que aspira a la neutralidad de carbono para 2030, su beneficio más marcado no es ambiental, sino social. “Entre los nuevos usuarios hay muchas personas mayores a las que coger el autobús o el metro les ayuda a romper con su soledad”, explica el concejal.
En 2013, la capital de Estonia fue la primera ciudad del mundo en ofrecer transporte gratuito. Siete años después, Luxemburgo fue el primer país que permitió a sus residentes y turistas embarcar sin billete. En octubre de 2022 le tocó el turno a la isla de Malta de ofrecer a sus residentes la oportunidad de viajar en autobús sin gastar un céntimo. Sin llegar a hacerlo gratuito para toda o la mayoría de la población, muchas regiones y ciudades de Estados Unidos, así como de Europa, pero también de China, han hecho que los precios del transporte público sean más atractivos en los últimos años.
Desde Ginebra y Basilea, donde el transporte público es gratuito para los turistas, hasta Austria donde el Klimaticket permite viajar por 3 euros al día, pasando por la famosa tarifa plana alemana de 49 euros al mes. Citemos también a España, que ha decidido prorrogar, debido a su éxito, hasta finales de 2023 el uso gratuito de sus ferrocarriles regionales, decidió en septiembre de 2022 promover el transporte público, pero sobre todo aumentar el poder adquisitivo.
“Durante décadas se ha debatido sobre la gratuidad del transporte público. El principal argumento a su favor es promover la movilidad de los menos favorecidos que se ven obligados a vivir en los suburbios”, explica Oded Cats, especialista en transporte de la Universidad de Delft, que recomienda, al igual que el IPCC, medidas específicas para las poblaciones desfavorecidas. . En un estudio sobre Tallin, este investigador demuestra que el libre acceso para todos puede tener efectos perversos e incluso perjudiciales para el medio ambiente. Así, en la capital estonia la población ha abandonado la movilidad blanda. Por este motivo, los Países Bajos, donde los estudiantes viajan gratuitamente desde hace más de treinta años, no se plantean ampliar este sistema, al considerar que "las experiencias anteriores no han permitido reducir el tráfico rodado".
Para convencer a los automovilistas es mejor aumentar el precio del aparcamiento o del combustible, opina Oded Cats, subrayando que "la elección del medio de transporte depende también de factores subjetivos". Para promover el transporte público con el fin de reducir las emisiones del sector más contaminante, la confianza en los autobuses y metros, por su puntualidad y frecuencia pero sobre todo por su imagen, es incluso más importante que su precio.
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