Una situación “sin precedentes” en Sudán: ante la persistencia de los combates en Jartum y pese a la prórroga de una tregua ciertamente poco respetada, la ONU decidió el domingo enviar “inmediatamente” a un alto funcionario a la región.
Millones de sudaneses siguen atrapados en bombardeos y disparos desde que estalló el 15 de abril una despiadada lucha por el poder entre el ejército del general Abdel Fattah al-Burhane y su número dos, el general Mohamed Hamdane Daglo, que comanda las Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR), temidos paramilitares.
“La escala y la velocidad a la que se están desarrollando los acontecimientos en Sudán (no tienen) precedentes”, dijo Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien decidió enviar de inmediato a su responsable de asuntos humanitarios, Martin Griffiths. "Voy camino (...) a estudiar cómo podemos brindar ayuda inmediata" a los habitantes, dijo el domingo pasado en un comunicado de prensa, para quienes la "situación humanitaria está llegando a un punto de quiebre" en el país.
El saqueo masivo de oficinas y almacenes humanitarios ha “agotado la mayoría de nuestras existencias. Estamos buscando formas rápidas de transportar y distribuir” suministros adicionales, explicó el alto funcionario de la ONU, según quien la “solución obvia” es “detener la lucha”.
A pocas horas de la expiración del domingo a la medianoche (2200 GMT) de un alto el fuego de tres días, los dos rivales anunciaron su prórroga, concluida "bajo la mediación de Estados Unidos y Arabia Saudí", precisó el ejército sudanés.
Un primer avión cargado con ocho toneladas de ayuda y que debería poder atender a 1.500 personas aterrizó el domingo en Puerto Sudán, a 850 kilómetros al este de Jartum, según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
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La guerra dejó 528 muertos y 4.599 heridos, según cifras oficiales en gran parte subestimadas. Ambas partes se acusan mutuamente de violar la tregua. El domingo por la noche, los combates continuaron y los aviones de combate continuaron sobrevolando Jartum y Omdurman, sus suburbios del norte, según testigos en el lugar. "Hay enfrentamientos muy violentos y disparos", dijo un testigo a la AFP.
Como los combates se han prolongado durante más de dos semanas, los residentes de la capital, cuando no huyen, permanecen atrincherados, tratando de sobrevivir a pesar de la escasez de alimentos, agua y electricidad. La ONU enumera 75.000 desplazados internos.
Al menos 20.000 han huido a Chad, 6.000 a la República Centroafricana y miles más a Sudán del Sur y Etiopía. En total, hasta 270.000 personas podrían huir de los combates que afectan a 12 de los 18 estados de este país de 45 millones de habitantes, uno de los más pobres del mundo.
Según la ONU, un centenar de personas han sido asesinadas desde el lunes en West Darfur, una región marcada por la cruenta guerra civil de la década de 2000. El jefe de la ONU advirtió de una situación "terrible" con "tribus que ahora intentan armarse". . A medida que se agrava el drama humanitario, la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) ha paralizado "casi todas (sus) actividades" a causa de la violencia.
En el frente diplomático, el ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, Fayçal ben Farhane, recibió el domingo a un emisario del general Burhane. Y el vecino Egipto convocó a una reunión de la Liga Árabe el lunes para "discutir sobre Sudán".
Para los expertos del Carnegie Middle East Center, el general Daglo está tratando de ganar tiempo: “cuanto más tiempo pueda mantener sus posiciones en Jartum, mayor será su peso en la mesa de negociaciones”.
