“¡Ya basta!”, declaró en televisión Eva Lawler, jefa de gobierno del estado norteño, una de las seis regiones de Australia. “Queremos que los vecinos puedan sentirse seguros cuando caminan por la calle, cuando van a comprar o recogen a sus hijos del colegio”, afirmó también durante una multitudinaria rueda de prensa.
Un día después de los grandes episodios de violencia, desencadenados por la muerte de un joven el 20 de marzo, las autoridades declararon el miércoles un toque de queda en la localidad de Alice Springs para los menores. Todos los menores de 18 años deberán permanecer ahora resguardados desde las 18.00 horas hasta las 6.00 horas de la mañana siguiente, durante las próximas dos semanas, incluida Semana Santa.
Según la policía, varios clanes locales se enfrentaron el martes en la ciudad, en los que participaron más de 150 personas. La violencia culminó en una pelea en un pub del centro de la ciudad. "La gente estaba particularmente armada con palancas", informaron testigos citados por Sky News Australia.
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Estos enfrentamientos se producen inmediatamente después de la muerte de un joven de 18 años en un accidente automovilístico el 20 de marzo. Según medios locales, el joven se encontraba en un vehículo robado cuando volcó. Las otras ocho personas que iban a bordo huyeron sin prestar asistencia a la víctima. Los autores de la violencia en la ciudad están buscando al conductor, dijo a CNN un responsable de la asociación.
A pesar de todo, la policía pudo detener a cinco personas y confiscar una cincuentena de armas. "Identificaremos a los responsables y los llevaremos ante los tribunales, donde tendrán que responder por su comportamiento", prometió el comisario de policía de la región. “Solicité la intervención del gobierno federal y del ejército”, afirmó el alcalde de la ciudad, que deploró una fuerza policial seriamente superada en número. El jefe del gobierno regional anunció aun así un refuerzo de unos sesenta agentes de policía.
Alice Springs, o Mparntwe en lengua aborigen, es una ciudad aislada, a unos 2.000 km al noroeste de Sydney. Una quinta parte de sus 26.000 habitantes son aborígenes australianos, históricamente marginados desde la colonización del continente insular por Gran Bretaña en 1788.
Durante años, la ciudad ha estado plagada de una creciente delincuencia y una alta tasa de desempleo, especialmente en las comunidades aborígenes. Según cifras del gobierno australiano correspondientes a 2022, en tan solo un año se registraron allí 2.653 agresiones. En los últimos años, el gobierno ha reducido la venta de alcohol en la ciudad en un esfuerzo por reducir la violencia endémica, en particular la agresión sexual.
