Las autoridades paquistaníes abrirán el miércoles centros de detención en todo el país, destinados a acoger a cientos de miles de afganos ilegales con vistas a su expulsión a su país de origen. Pakistán ha dado hasta el miércoles a los afganos indocumentados que viven en su territorio, cuyo número calcula en 1,7 millones, para que se vayan solos, de lo contrario serán expulsados.
Más de 100.000 inmigrantes afganos ya han regresado a Afganistán desde que se anunció este plan a principios de octubre, y más de 20.000 se reunieron en la frontera el martes esperando poder cruzar. "Sólo las personas que son completamente ilegales abandonarán Pakistán", aseguró el martes el ministro del Interior paquistaní, Sarfraz Bugti. La medida fue considerada “cruel y bárbara” por el ministro de Defensa afgano, Mullah Yaqoob.
Feroz Jamal, portavoz del gobierno en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en la frontera con Afganistán, dijo que los centros de detención, donde los inmigrantes afganos deben permanecer uno o dos días antes de ser deportados, abrirían el miércoles. “Si alguien se niega (a irse), será detenido y deportado. La operación de búsqueda de afganos en situación irregular comenzará mañana (miércoles)”, dijo el martes a la AFP.
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Millones de afganos han acudido en masa a Pakistán durante décadas de guerra –incluidos al menos 600.000 desde que los talibanes regresaron al poder en Kabul en agosto de 2021–, lo que lo convierte en uno de los países que acoge a la mayor cantidad de refugiados del mundo. El Gobierno paquistaní dijo que buscaba preservar con esta medida "el bienestar y la seguridad" del país, donde el sentimiento antiafgano va en aumento en un contexto de crisis económica y de aumento de los ataques en la frontera.
Según los observadores, la población paquistaní, que a menudo considera a estos refugiados como una carga para la infraestructura y las finanzas del país, parece apoyar mayoritariamente la iniciativa. La policía de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa dijo que no había iniciado la ola de arrestos. Pero en Karachi (sur) e Islamabad, los refugiados afganos denunciaron redadas durante varios días y dijeron haber sido víctimas de acoso o extorsión.
Abogados y activistas denunciaron una represión sin precedentes y pidieron al gobierno que dé más tiempo a estos inmigrantes, algunos de los cuales han vivido en Pakistán durante décadas o incluso nacieron allí, para salir con dignidad.
