Es verano indio en Ajaccio. Bastaba una palabra, esperada por todo el público, para calentar de repente las relaciones entre el Elíseo y Córcega. “Autonomía”: la promesa de Emmanuel Macron a la Asamblea de Córcega cierra meses de negociaciones entre los representantes electos de la Isla de la Belleza y el gobierno, y corona un espectacular giro político del Presidente de la República.
Este jueves en Ajaccio, el Jefe de Estado prometió “la entrada de Córcega en nuestra Constitución”, precisando así sus intenciones: “Estoy a favor de que las especificidades de la comunidad insular corsa sean reconocidas en la Constitución en su propio artículo, es decir, de una comunidad isleña histórica, lingüística y cultural”.
“Tengamos la audacia de construir la autonomía en Córcega”, dijo a los funcionarios electos. Pero, concretamente, ¿cómo podría ver la luz esta reforma constitucional que otorga un estatus autónomo a Córcega?
Será fácil para las malas lenguas recordar que sobre el escritorio de Emmanuel Macron se acumulan propuestas de reforma de la Constitución: recurso al referéndum, dosis de proporcionalidad en las elecciones legislativas, reducción del número de parlamentarios, abolición del Tribunal de Justicia del República, constitucionalización del derecho al aborto, futuro institucional de Nueva Caledonia o incluso abolición de la no acumulación de mandatos presidenciales en el tiempo, etc.
Hasta ahora, el Jefe de Estado nunca ha conseguido que se revise la Constitución. Su reforma de 2018 nunca se completó debido a la falta de apoyo político suficiente.
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En cuanto a Córcega, Emmanuel Macron tiene intención de presentar un texto a los electos corsos, que tendrán seis meses para acordar con el ejecutivo la versión final. Este texto se someterá luego al voto de los corsos, del mismo modo que la independencia de Nueva Caledonia fue propuesta mediante referéndum, en tres ocasiones, únicamente a los habitantes de los archipiélagos oceánicos.
Luego queda la parte más difícil: una vez que el texto haya recibido el consentimiento de los cargos electos corsos y de los habitantes de la isla, Emmanuel Macron deberá utilizar el artículo 89 de la Constitución para iniciar el procedimiento de revisión. El Presidente de la República espera iniciar esta revisión a principios de 2024.
Será necesario, en primer lugar, que el texto aprobado por los corsos sea votado en idénticos términos por las dos asambleas del Parlamento, la Asamblea Nacional y el Senado. El Jefe de Estado podrá entonces hacer aprobar definitivamente su propuesta de revisión, ya sea consultando a todos los franceses mediante referéndum (que parece haber descartado), ya sea convocando ambas asambleas conjuntamente, en el Congreso, y obteniendo una votación de al menos tres -quintas partes de los parlamentarios.
Sin embargo, si Emmanuel Macron presenta una revisión completa de la Constitución a los parlamentarios, tendrá pocas posibilidades de tener éxito, dado el juego de las oposiciones políticas. Pero si sólo presenta al Congreso una revisión que conceda un estatus autónomo a Córcega, será menos difícil reunir la mayoría suficiente para votar a favor del texto, siempre y cuando la derecha (especialmente el Senado) apoye el texto. En Córcega, la derecha había roto con los nacionalistas pero exigía un cambio en la Constitución para llevar a la isla hacia una mayor autonomía, argumentando la necesidad de una “adaptación” de las leyes nacionales a las condiciones particulares de la sociedad corsa.
