Enviado especial a Le Havre
Balavoine y Dalida. Cortes de kir y terrina de pato. Bienvenidos a Le Havre, para el 1 de mayo del Encuentro Nacional. Los tradicionales manifestantes marchan por las calles de la ciudad, algunos protestando contra la presencia de la RN en este antiguo bastión comunista. En los muelles, una plataforma, cubierta con una tela azul, se encuentra en el centro de la sala, decorada en colores azul, blanco y rojo. A su alrededor, decenas de mesas dan la bienvenida a los funcionarios electos y activistas frontistas, que han venido para asistir a la fiesta del Día de la Nación de la llama.
Marine Le Pen y Jordan Bardella atienden su llegada paseando por el escenario antes de sentarse en la mesa principal. Los diputados de Moselle y Gironde Laurent Jacobelli y Edwige Diaz abren el balón. Seguido por el vicepresidente de la Asamblea Nacional Sébastien Chenu, que saluda la actuación de los diputados del Rally Nacional desde el inicio del mandato. "Los franceses han visto la llegada no de la extrema derecha, sino de hombres y mujeres del pueblo, cargos electos a imagen de Francia", afirma el parlamentario, haciendo aplaudir a los diputados, en reconocimiento al trabajo realizado.
14:00 Los invitados se levantan, ondean las banderas. Marine Le Pen comienza su discurso. “Queridos amigos, nunca dejaré de deciros, la política es un acto de amor”, comienza el diputado de Pas-de-Calais, que luego pinta un largo cuadro de un país en dolor. “Escenas de tensión, caos que se ha vuelto endémico, sensación de agotamiento, violencia, por todas partes, surgiendo de la nada”. E, inevitablemente, un solo responsable de este desastroso panorama: Emmanuel Macron, abucheado por los partidarios del desafortunado candidato presidencial. Y Marine Le Pen para ofrecer posibles soluciones a su audiencia. Pistas resumidas en cuatro ejes principales. La transición digital, en primer lugar, que debería llevarse a cabo para “las naciones europeas”. La transición ecológica, que según ella encarnaría Marine Le Pen, y consistiría en “rechazar la globalidad”. La transición demográfica, de nuevo, contra la que pretende luchar la RN, para llegar a una “detención de los flujos migratorios”. Aplausos desde la sala. Transición civilizatoria, finalmente, "inculcada por el wokismo" y denunciada por Marine Le Pen, quien apunta "al riesgo de borrar milenios de historia y cultura". Un discurso, por tanto, centrado en un “proyecto de recuperación nacional” que supuestamente traería de vuelta la “paz social”, pero poco centrado, este 1 de mayo, en los trabajadores.
Un tema reservado para Jordan Bardella. Intersticio musical. 40 minutos después, asume el presidente del partido. “A diferencia de esta izquierda-NUPES, que golpea el pavimento afuera: no oponemos la defensa de los Trabajadores a la de la Patria”, reclama el eurodiputado, cortado por una marsellesa entonada en la sala. A esto le sigue un elogio de la nación, al estilo Jordan Bardella, citando a su vez, atropelladamente, a Juana de Arco, Víctor Hugo, los taxis del Marne y Honoré d'Estienne d'Orves. “Un pueblo sin historia es un pueblo en ruinas que se puede borrar (…) Imagínese esa Francia fraterna, donde los franceses serían los primeros servidos en casa por el establecimiento de la prioridad nacional”, comienza a soñar el presidente del partido, vendiendo un volver a la "paz social a través del retorno de la autoridad". Tras veinte minutos de intervención -la mitad menos que Marine Le Pen- la multitud se levanta al son de “Marine president”. Una última marsellesa y la sala se vacía, hacia la estación. La cita ya está hecha para el próximo año.