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“Es lo mejor que me ha pasado”: ​​cuando repetir grado lleva al éxito

Entre las numerosas vías mencionadas por el ministro de Educación, Gabriel Attal, para elevar el nivel de los estudiantes franceses, la de la “repetición” parece haber sido la preferida.

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“Es lo mejor que me ha pasado”: ​​cuando repetir grado lleva al éxito

Entre las numerosas vías mencionadas por el ministro de Educación, Gabriel Attal, para elevar el nivel de los estudiantes franceses, la de la “repetición” parece haber sido la preferida. Es hora de poner fin a este “tabú”, declaró el Ministro de Educación Nacional ante los alcaldes reunidos en el Congreso en París, el miércoles 22 de noviembre.

La ministra ya se mostró preocupada hace unas semanas por el nivel de los alumnos de cuarto de primaria, tanto en francés como en matemáticas. En esta perspectiva, el inquilino de la calle de Grenelle ha prometido tomar “decisiones” sobre la repetición que anunciará a principios de diciembre.

Para Justine, este anuncio es completamente tranquilizador. Ahora dentista, la joven de 28 años ya no tiene miedo -ni "vergüenza"- de hablar de este doloroso período. “Repetí quinto grado”, dice con una sonrisa en los labios. En ese momento, la casi adolescente que era estaba sufriendo mucho en la escuela secundaria. “Simplemente no podía hacerlo, especialmente en matemáticas”, recuerda. “Los profesores realmente no entendieron mi caso, tenían la impresión de que no estaba trabajando, que no quería lograrlo”.

Sobre todo porque su situación familiar en ese momento era muy complicada y no le ayudó a triunfar. “Pero cuando somos niños no nos damos cuenta de lo que está en juego, nos decimos que pasará, que no es importante”, sostiene. Por lo tanto, es en retrospectiva -y en los años pasados- que Justine hace balance hoy. “Sin darme cuenta, mis notas mejoraron, adquirí habilidades”, analiza. “La idea de repetir año para mí es realmente empezar con una buena base y entender que puedes ser algo más que el malo en clase”. La joven afirma también que “sin ese año”, seguramente habría realizado “todos” sus estudios “en dificultades”.

Al igual que Julien, de 27 años, que cree que no repetir su último año sólo habría retrasado el plazo. “Por mi parte, no tuve otra opción, repetí curso porque no aprobé el bachillerato”, dice con voz tímida el residente en Burdeos. “Obviamente hubo una gran vergüenza. No tener el bachillerato hoy es especial”, reconoce con un poco de vergüenza en la voz. “Pero hoy me digo a mí mismo que fue lo mejor que me pasó porque, de lo contrario, ciertamente habría implosionado en la educación superior”.

Camille, que a diferencia del joven, no repitió curso por obligación sino a petición de sus padres, establece la misma observación. “Al principio no entendí su decisión, me dije que obtendría el bachillerato en el último momento, sin pensar en los conocimientos en sí y en lo que aporta el trabajo más allá de las notas”, admite la joven de los Vosgos. “Sin embargo, cuando repetí un año ya había adquirido varias cosas, por lo que pude profundizar y mejorar en varias materias”.

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Además de los conocimientos adquiridos, los antiguos alumnos entrevistados por Le Figaro insisten en la importancia de este año de “reflexión”. Para Julien, hoy candidato a un concurso para la alta función pública y a la espera de los resultados, si el segundo año del último año no le permitió adquirir una "madurez excepcional", le dio, sin embargo, "las ideas claras". . En concreto, “recuperé mi carrera recuperando la esperanza de poder disfrutar de una buena formación”, afirma. Una “recuperación del control” del destino, le gusta decir, que en gran medida ha dado sus frutos. Después del último año, el joven ingresó a una clase preparatoria literaria antes de continuar su formación en derecho en la Universidad de Assas, así como en la Sorbona. “Nunca habría llegado allí sin este precioso año”, resume.

Y estas palabras no suenan huecas en los oídos de Elie, que comparte la misma historia. El estudiante de Derecho, de 22 años, repitió segundo año. "Me estaba yendo desastrosamente en materias básicas como matemáticas e historia". Mientras estudiaba en una universidad privada de la región de París, Élie se vio acorralado: sus profesores insistieron en que se dedicara a un sector profesional. Lo que él rechaza firmemente, al igual que sus padres.

A pesar del desacuerdo inicial del colegio, a finales de año finalmente se tomó la decisión: Élie iba a repetir curso en el mismo instituto, en la modalidad general. Y aunque este anuncio no sea del todo satisfactorio, porque repetir un curso “en todos los casos se vive como un fracaso para uno mismo y para los demás”, el joven multiplica sus esfuerzos. “No quería haber repetido un año en vano”. Durante su segundo segundo, sus notas aumentan un poco, sin una "explosión" importante. Él persiste. Hasta el último año, donde las cosas finalmente se desmoronan. “Si mi segundo segundo no fue excepcional, me permitió ir al sector ES [económico y social en el sistema antiguo, nota del editor] y en el último año tuve un verdadero clic, obtuve calificaciones que nunca esperé tengo”, dice con orgullo.

Todo el mundo se siente orgulloso hoy. En contraste con la vergüenza o la vergüenza que pudieron haber sentido durante su escolarización. Julie, dentista de la región parisina, recuerda las burlas de sus compañeros con un toque de resentimiento. "No fue cruel, pero sí hiriente", admite. Julien, mucho mayor cuando repitió curso, luchó sobre todo contra la “inmensa vergüenza” que sentía. Hoy, “la vergüenza está desapareciendo”, continúa, “sobre todo gracias a los importantes estudios que he realizado”. Por tanto, es con sabiduría y alivio que el joven afirma haberse “sanado”.

Elías, por su parte, “recuperó la estima” de sí mismo mucho antes. “Al comienzo de mi repetición de año, me dije a mí mismo que no quería tener la imagen de un fracasado”, dice. "Tenía que sacar las mejores notas". Y aunque no siempre fue así, el joven perseveró. A diferencia de los otros estudiantes, “no tenía miedo de lo que pasó después porque sabía lo que iba a pasar, conocía el programa. Entonces me pidieron ayuda y me sentí realmente útil”, recuerda. Con esta serenidad, el joven inicia ahora su tercer año en la universidad de Derecho.

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