Por más espeluznante que pueda parecer, esta observación no deja lugar a dudas a los ojos de las autoridades chinas. El robot humanoide constituye la próxima gran revolución tecnológica, como antes que él el ordenador, el smartphone o el coche eléctrico. “Estos robots cambiarán profundamente los métodos de producción y los estilos de vida de la humanidad”, indica el Ministerio chino de Industria y Tecnología de la Información en una nota publicada esta semana. A partir de este pronóstico, China se está organizando para producir masivamente estos robots con rasgos humanos a partir de 2025 y consolidarse como el número 1 del mundo en 2027.
La nota del gobierno chino detalla las medidas que deberían permitir alcanzar estos objetivos. La estrategia apunta esencialmente a construir un ecosistema industrial considerable, que comprenda dos o tres gigantes internacionales, una red resistente de pequeñas y medianas empresas, así como dos o tres clusters en territorio chino. Un recordatorio de la artillería industrial que China fue capaz de construir para competir, por ejemplo, con el GAFAM estadounidense durante la década de 2010. Las autoridades chinas también fijaron el suministro de componentes esenciales para la robótica como una prioridad absoluta para los próximos años.
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Este plan quinquenal sobre robótica, característico de la organización política de China, se enmarca en un contexto de guerra económica con Estados Unidos. El Reino Medio muestra claramente la ambición de convertirse en la primera potencia económica mundial en 2049. Sin embargo, el país conserva algunas debilidades en lo que respecta al desarrollo de robots humanoides, un mercado que podría crecer un 40% anual hasta 2026. El mercado chino por sí solo podría valer 51.400 millones de dólares para 2030, según la agencia nacional de noticias Xinhua.
Las fuertes ambiciones de China en términos de robots humanoides resuenan con los comentarios preocupados de Elon Musk (hechos casualmente el mismo día de la publicación del gobierno chino) sobre esta tecnología. Según el magnate americano de las nuevas tecnologías, “deberíamos estar muy preocupados” por estas máquinas que “pueden seguirte a cualquier parte”. Durante esa conferencia en Londres, preguntó: "¿Qué pasa si alguna vez recibe una actualización de software y ya no es tan amigable?"
Sus inquietudes no impidieron que Elon Musk desarrollara él mismo un robot humanoide en las fábricas de su famosa marca de coches eléctricos, Tesla. Llamado Optimus, este bípedo de alambre y acero debería, según él, erradicar la pobreza inaugurando una “era de abundancia” acompañada de una “alta renta universal”. El multimillonario y fantasioso futurólogo quiere hacerlo accesible (unos 20.000 dólares) para poder vender millones de ejemplares. El robot Optimus, al poblar fábricas, hogares y empresas, debería permitir “transformar fundamentalmente la civilización”, según la fórmula de su instigador.
