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Vacaciones: ¿hay que ir lejos (y mucho) para desconectar?

En cuanto a las vacaciones, están los que tardan cuatro semanas en verano en irse lejos, y los que multiplican las salidas durante todo el año.

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Vacaciones: ¿hay que ir lejos (y mucho) para desconectar?

En cuanto a las vacaciones, están los que tardan cuatro semanas en verano en irse lejos, y los que multiplican las salidas durante todo el año. Pero, ¿cuál de los dos grupos se desconecta hasta que olvida la contraseña de su computadora profesional o incluso el nombre de pila de su gerente? ¿Existe una duración ideal y una distancia mínima para liberar el estrés del año? Según un estudio de la Universidad de Tampere en Finlandia, de 8 a 11 días serían suficientes para recuperarse por completo. Más allá de eso, la relajación daría paso al... ¡aburrimiento! En 2003, otro estudio realizado por un investigador de psicología de la Universidad de Tel Aviv sugirió que los efectos positivos de las vacaciones en los niveles de estrés y el agotamiento eran los mismos si te ibas por una semana o más. Para mejorar su bienestar y eficiencia en el trabajo, el científico alentó a los empleados a tomar varios descansos de una semana a lo largo del año en lugar de un único período de vacaciones largo.

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“Estos estudios obviamente se adaptan a la empresa, pero según mi experiencia con pacientes que sufren de agotamiento y apagón [pérdida de sentido relacionado con su trabajo, nota del editor], una semana no es suficiente. Lleva al menos dos semanas o incluso tres”, dice François Baumann, médico y autor de Burn-out. Cuando el trabajo te enferma. Según la especialista, el tiempo necesario para desconectar depende “de los ritmos, del nivel de estrés acumulado, de la edad y de la carga mental de cada uno”. Los niños alargarán así el tiempo necesario para el descanso físico e intelectual. Sin embargo, esta primera semana de descanso sería casi incomprensible y necesaria para todos. “El cuerpo y la mente primero necesitan recuperarse. Necesitamos estos primeros cinco o siete días de descanso durante los que dejaremos de lado todas nuestras ocupaciones habituales”, subraya. Recién a partir de la segunda semana comenzaríamos a disfrutar y tener esa sensación de estar en otra parte, la tercera semana nos permitiría conectarnos por completo al nuevo ritmo y modo de funcionamiento que es el de las vacaciones.

Pero no tiene sentido irse durante tres semanas al fin del mundo, si sus hábitos siguen siendo los mismos. “Sea cual sea la duración del viaje, para desconectar hay que tener un ritmo diferente o más bien una interrupción del ritmo habitual. Si nos vamos pero nos mantenemos conectados a nuestros correos, si llamamos a las mismas personas, consultamos las mismas redes sociales, tendremos menos impresión de habernos ido”, asegura Florence Servan-Schreiber, profesora especializada en psicología positiva. Obviamente, si te vas con el teléfono de tu trabajo, no hay necesidad de pensar en un cambio total de escenario incluso después de un mes. Un estudio de la Universidad de Idaho (Estados Unidos) publicado en 2012 y realizado sobre 500 trabajadores taiwaneses constató así que el uso del teléfono con fines profesionales impedía la recuperación y aumentaba el nivel de estrés de los veraneantes. “Sobre todo hay que saber sentarse y descansar para poder desconectar”, subraya François Baumann.

Según él, la desconexión implica “conectarse” con otra actividad, “el deporte es muy importante en este período, no se trata de correr una hora todos los días sino de moverse. Un cuerpo y por tanto una mente en buena forma también tendrá una mayor capacidad de desconexión”, apunta. Para Florence Servan-Schreiber, los momentos y encuentros creativos también fomentarán una mayor desconexión. Además, según un estudio holandés publicado en 2012, las actividades practicadas durante las vacaciones tienen un mayor efecto sobre la felicidad que la duración de estas últimas. Curso de cerámica, kitesurf, clases de equitación, todo es bueno para tomar para que el viaje sea total para el cuerpo y el espíritu aunque tengamos pocos días libres.

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En cuanto al destino, cuenta sobre todo el cambio de ambiente más que los horarios de los vuelos. “Si vives cerca del mar, será más exótico ir a la montaña y viceversa. La consigna es un cambio de marco”, asegura François Baumann. Pero también tenemos que saber escucharnos y encontrar el destino que se adapte a nuestro modo de operar. "Una vez me encontré sin hacer nada en una playa de las Indias Occidentales y estaba mucho más aburrido que cuando voy con amigos a una casa no necesariamente muy lejana. No debemos idealizar los destinos sino ir adonde nos convenga. Algunas personas, por ejemplo, se preocuparán por irse lejos y estarán más cómodas en un entorno conocido”, ilustra.

Sin embargo, la exposición a otra cultura, otro idioma, la necesidad de adaptarse podría aumentar su creatividad siempre que participe en la vida local. “Es probable que una persona que vive en el extranjero pero no interactúa con la cultura local reciba menos ímpetu creativo que una que viaja al extranjero y realmente se involucra”, señaló el psicólogo Adam Galinsky en un artículo publicado en The Atlantic. Una semana en un resort en la República Dominicana no te hará una persona más creativa, pero esa misma semana en un pueblo rodeado de lugareños sí lo hará. “Pero también puedes desconectarte y ser más creativo sin ir tan lejos, mientras estableces lazos sociales, compartes ideas con gente nueva”, dice Florence Servan-Schreiber. No es por tanto ni la distancia ni la duración lo que hace el viaje sino lo que hacemos con él.

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