Christophe Koszarek es productor de televisión y presidente de Jara Prod Group.
En una edificante entrevista para MSNBC en julio de 2023, en medio de la huelga de escritores y actores, el poderoso director ejecutivo de Disney, Bob Iger, hizo un anuncio que pasó prácticamente desapercibido. Calificó la distribución de canales de cable estadounidenses como un "modelo roto" e indicó que probablemente estaba considerando separarse de ella. Recordemos que Disney posee una de las cadenas más importantes de Estados Unidos, tal venta constituiría un cambio arquitectónico en el mercado.
Todo el mundo coincide en que la llegada del SVOD (como Netflix) ha cambiado la situación de los canales tradicionales, creando competencia por un precio muy reducido. Lo que habría llevado a este famoso fenómeno del cord-cutting: darse de baja de canales de cable, que cuestan unos cien dólares al mes, hasta suscribirse a uno o dos servicios de streaming, por dos o tres docenas de dólares. El auge de estos servicios era, por tanto, irresistible y estaba erosionando las cuotas de mercado de los canales tradicionales. Y es en este contexto donde las grandes cadenas americanas han cometido sin duda un error irreparable.
Los canales de cable comenzaron a desaparecer en favor de nuevos servicios de streaming propiedad de las grandes cadenas y heredando estos contenidos: HBO Max, Disney, Paramount Plus, Hulu, etc. Es decir, los canales han echado a perder su modelo histórico para imitar el flamante Netflix y Amazon Prime. El crecimiento insolente de estos servicios, así como la captura del tiempo de consumo, parecían abogar por tal movimiento.
Pero en 2023, ahora sabemos que el crecimiento de los suscriptores de streaming se está debilitando, la competencia es fuerte, la rentabilidad incierta y es poco probable que el modelo sea sostenible para todos los actores del mercado. Incluso se produciría un cansancio de los suscriptores ante la falta de renovación de contenidos. El error fue, por tanto, el siguiente: en lugar de echar por tierra un modelo histórico para adoptar el incierto de las plataformas de streaming, habría sido necesario consolidar y hacer más atractivo el modelo existente, que tenía ventajas innegables: contenidos ricos, potentes, diversos, bien fundado; modelos de negocio rentables a través de la distribución internacional; canales identificados y espectadores fieles, etc. Deberíamos haber aprovechado la evolución tecnológica para enriquecer lo existente en lugar de imitar a Netflix con su plataforma de miniaturas y atracones, aceptable cuando hay todo por descubrir, pero que rápidamente se vuelve aburrida.
Entonces usted me dirá: ¿en qué nos concierne esto a los franceses? Bueno, me parece que el deseo de imitar las plataformas se traspone en Europa y Francia. En lugar de echar por tierra los modelos y cadenas históricos, ¿no deberíamos mejor preguntarnos cómo fortalecer el modelo de distribución existente? Por ejemplo, abogué por una distribución universal, gratuita y sobre todo enriquecida de los canales de TDT, centrados en el directo e hibridados por contenidos en streaming, sin esperar a la llegada de nuevos estándares de TDT. El objetivo es hacer más accesible el consumo de estos canales en todas las pantallas, y facilitar su uso.
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Creí en la necesidad de un enfoque unificado sobre el tema, en lugar de una dispersión que sólo beneficiará a los actores estadounidenses. Porque las plataformas americanas de streaming llegarán al negocio tradicional de los canales de televisión (lineales) integrando el directo, algo que cada vez hacen más. La pregunta ahora es si los canales franceses se fusionarán con las plataformas estadounidenses o si las plataformas estadounidenses se fusionarán con una plataforma francesa. No es sólo un detalle. Detrás de esta alternativa se esconde el reparto de financiación para contenidos, empleos y una no menos importante soberanía cultural y tecnológica deseada por el presidente de la República, Emmanuel Macron. Un detalle que no se debe pasar por alto.
